Valiosos hijos dignos
Leí ayer en "El Correo Ilustrado" de La Jornada, y en una copia que conservaré como un tesoro, una carta bellísima de dos jóvenes (mujer y varón) a quienes quiero entrañablemente. Son hijos de dos bravías mujeres, a las que quiero igual que a sus hijos. Al momento de leer la carta, se vino a mi mente aquel abril en el que tuvimos que empezar a contar a los desaparecidos, ya no por años, como solíamos hacerlo desde que iniciamos la lucha por sus vidas y por su libertad, sino por meses, porque la horrenda "Brigada Blanca", desatada y feroz, dejaba su huella por todo el territorio nacional, siempre protegida por la impunidad que le daba el mal gobierno.
"Los desaparecidos del mes de abril", era el título del volante que repartíamos en plazas, calles, mercados, escuelas, colonias populares, iglesias y cuantos lugares considerábamos que serían receptivos a nuestro reclamo y los rostros como azorados de fotografías de credenciales, de todos los jóvenes secuestrados en ese mes, ilustraban la terrible situación que se vivía en el país. Y eso que era presidente de la República aquel señor de "esbelta y recia figura", descrito en muchos países como un "intelectual de altos vuelos", por aquel su célebre libro relacionado con Quetzalcóatl: José López Portillo era su nombre y ni la muerte lo libera de la responsabilidad de las atrocidades que se cometieron durante su mandato.
Él tuvo en sus manos la oportunidad incomparable de pasar a la Historia como un buen presidente de la República y la desechó, se conformó con otorgar una "amnistía" a cuentagotas, aconsejado por su secretario de Gobernación, Jesús Reyes-Heroles, que urdía ya "reforma política", que sería imposible con las cárceles llenas de presos políticos. ¿y los desaparecidos? ¡Bah! Esos están bien guardados en campos militares y bases navales. con las complicidades de los secretarios de Defensa y Marina. ¿a quienes les importaría su suerte, de no ser a unos cuantos familiares? ¡Pobres ilusos que no han aprendido que "contra el gobierno no se puede"! Tales parecían ser los razonamientos de quienes integraban el mal gobierno.
Pero esos "cuantos familiares" seguíamos, seguimos y seguiremos luchando, pues fue gracias a esa lucha que rescatamos a Elda Nevárez y a Laura Gaytán, junto a todos los "desaparecidos del mes de abril". de aquel abril de l979.
La carta de esos dos "hijos dignos" tiene que ver con el aniversario de la muerte de sus padres, Elín Santiago y José Luis Martínez. Ellos llegaban a una casa en Torreón, Coahuila, y allí cerca, agazapada, los esperaba la Brigada Blanca, que los asesinó y se llevó a cuantas personas habitaban el domicilio. Ellos eran parte de los "desaparecidos del mes de abril".
Jamás se levantó acta alguna sobre aquel crimen. Cuatro meses después, cuando Elda y Laura fueron liberadas de su ilegal cautiverio en el Campo Militar Número Uno, acudieron al Semefo (Servicio Médico Forense) a recoger los cadáveres de sus esposos. Platican con dolor que estaban los cadáveres en aquel lugar: envueltos en lonas del Ejército mexicano, en visible estado de descomposición, amontonados en gavetas o sobre el piso, sin refrigeración, y allí sí, levantaron acta para entregarles los cuerpos, no sin que el director del centro las "amonestase" por ser quienes eran (guerrilleras), y porque le confesaron que acababan de ser liberadas del citado campo militar.
Elín Santiago fue sepultado en Chiapas y José Luis Martínez en Guerrero. Ambos, hombres que con valor y entrega, que luchaban por su pueblo, darían a éste. valiosos hijos dignos.
"Los desaparecidos del mes de abril", era el título del volante que repartíamos en plazas, calles, mercados, escuelas, colonias populares, iglesias y cuantos lugares considerábamos que serían receptivos a nuestro reclamo y los rostros como azorados de fotografías de credenciales, de todos los jóvenes secuestrados en ese mes, ilustraban la terrible situación que se vivía en el país. Y eso que era presidente de la República aquel señor de "esbelta y recia figura", descrito en muchos países como un "intelectual de altos vuelos", por aquel su célebre libro relacionado con Quetzalcóatl: José López Portillo era su nombre y ni la muerte lo libera de la responsabilidad de las atrocidades que se cometieron durante su mandato.
Él tuvo en sus manos la oportunidad incomparable de pasar a la Historia como un buen presidente de la República y la desechó, se conformó con otorgar una "amnistía" a cuentagotas, aconsejado por su secretario de Gobernación, Jesús Reyes-Heroles, que urdía ya "reforma política", que sería imposible con las cárceles llenas de presos políticos. ¿y los desaparecidos? ¡Bah! Esos están bien guardados en campos militares y bases navales. con las complicidades de los secretarios de Defensa y Marina. ¿a quienes les importaría su suerte, de no ser a unos cuantos familiares? ¡Pobres ilusos que no han aprendido que "contra el gobierno no se puede"! Tales parecían ser los razonamientos de quienes integraban el mal gobierno.
Pero esos "cuantos familiares" seguíamos, seguimos y seguiremos luchando, pues fue gracias a esa lucha que rescatamos a Elda Nevárez y a Laura Gaytán, junto a todos los "desaparecidos del mes de abril". de aquel abril de l979.
La carta de esos dos "hijos dignos" tiene que ver con el aniversario de la muerte de sus padres, Elín Santiago y José Luis Martínez. Ellos llegaban a una casa en Torreón, Coahuila, y allí cerca, agazapada, los esperaba la Brigada Blanca, que los asesinó y se llevó a cuantas personas habitaban el domicilio. Ellos eran parte de los "desaparecidos del mes de abril".
Jamás se levantó acta alguna sobre aquel crimen. Cuatro meses después, cuando Elda y Laura fueron liberadas de su ilegal cautiverio en el Campo Militar Número Uno, acudieron al Semefo (Servicio Médico Forense) a recoger los cadáveres de sus esposos. Platican con dolor que estaban los cadáveres en aquel lugar: envueltos en lonas del Ejército mexicano, en visible estado de descomposición, amontonados en gavetas o sobre el piso, sin refrigeración, y allí sí, levantaron acta para entregarles los cuerpos, no sin que el director del centro las "amonestase" por ser quienes eran (guerrilleras), y porque le confesaron que acababan de ser liberadas del citado campo militar.
Elín Santiago fue sepultado en Chiapas y José Luis Martínez en Guerrero. Ambos, hombres que con valor y entrega, que luchaban por su pueblo, darían a éste. valiosos hijos dignos.