Comité Eureka

En este espacio se publican los artículos semanales de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité Eureka. Se obtienen del diario mexicano El Universal (todos los martes en la Primera Sección). Entre a la página www.eureka.org.mx para conocer la historia del Comité Eureka y los nombres de los desaparecidos por los gobiernos de México.

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Nombre: Comité Eureka
Ubicación: Mexico

martes, mayo 31, 2005

Inquietud

No piense el amable lector que el título de estas líneas tiene algo que ver con aquella vieja canción que solíamos entonar en nuestros años mozos; ojalá fuera así pero la realidad es otra. Resulta que en la Procuraduría General de la República (PGR) opinan que las ejecuciones sólo "inquietan" a la sociedad; que los mexicanos nos "acostumbramos" a vivir en la inseguridad; que "esos homicidios no afectan al ciudadano en forma directa"… y no sé cuántas sandeces más.
No nos sorprende en absoluto el "sesudo" análisis de los hoy expertos de la PGR, émulos de todos los que por esa dependencia han pasado a lo largo de muchos años. Por lo que a nosotros, familiares de los desaparecidos políticos toca, guardamos en la memoria las palabras de Pedro Ojeda Paullada, que con su cavernosa voz anunciaba en el programa 24 Horas, sin asomo de pudor, que el Ejército perseguía a César Yáñez Muñoz, a Elisa Irinna Sáenz, a Carlos Vives Chapa y a otros, en la selva Lacandona… ¿Por qué los perseguía el Ejército? ¿Para desaparecerlos? Porque resulta que, decía Ojeda Paullada, "los soldados no se internaron en la selva por razones de seguridad", pero el hecho es que todos aquellos "perseguidos" ilegalmente por el Ejército, están desaparecidos desde l974.


Poco tiempo después, ya en la "era" lopezportillista, aquel escurridizo "procurador de Justicia" que nunca dio la cara, Óscar Flores Sánchez, tuvo la idea, que creyó genial, de hacer un "informe" sobre los desaparecidos, del cual hubo tres versiones: una para los familiares de las víctimas, otra a la prensa y la tercera para la ONU… pero se le descubrió la torpeza, porque su ensoberbecida conducta no pudo soportar que lo criticáramos y envió a la revista Proceso (pensamos que sin darse cuenta) ¡los tres engendros! Sale sobrando escribir acerca del ridículo que hicieron, pero que a nosotros nos sirvió para desenmascarar al sistema.


Pasó el tiempo, corrieron los años y en cada una de las malhadadas procuradurías de cada sexenio priísta, nos topamos con la corrupción de los titulares y de no pocos subalternos. Aquello de procurar justicia se volvió una burla enorme, nos golpeaba el rostro como bofetada su inmoral proceder y pronto acabamos de entender que todos eran cómplices, que todos estaban coluditos, que todos eran responsables de los secuestros, de la tortura y de las desapariciones: el presidente de la República en turno, los procuradores y los titulares de la Secretaría de Gobernación, junto a los "paleros achichincles" de menor rango, que no dudamos, saben mucho… Y por supuesto, que no dejamos fuera al Ejército mexicano y a la Secretaría de Marina, en cuyas instalaciones también fue encerrado clandestinamente buen número de desaparecidos, con la anuencia o bajo las órdenes del comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República.


Y el tiempo siguió su inexorable andar y hete aquí que nos encontramos en la "era" foxiana y su ex procurador, don Rafael Marcial Macedo de la Concha, otro funcionario muy dado a "escurrirse", pues nunca nos recibió, a pesar de las múltiples solicitudes de audiencia, y llegó al colmo de la burla al responder a nuestras denuncias con "citatorios" a 27 desaparecidos… ¡después de más de 20 años de nuestro tenaz reclamo! Ahora el nuevo procurador general de Justicia y uno de sus "asesores", se atreven a opinar de lo que sucede en el país, con un desparpajo que mueve al más iracundo rechazo. Afirman que la violencia y los asesinatos que a diario nos da a conocer la prensa, sólo nos "inquietan"… y con una irresponsabilidad rayana en desvergüenza, dicen que "las personas tienen que aprender a vivir en la inseguridad y aprender a reconocerla". ¡Vaya descaro! Y añaden que "ni la policía ni nadie le puede garantizar a una persona que no va a sufrir un hecho violento…".


¡Ah qué señores estos! Habrá que decirles que desde mucho antes de que nos arrebataran a nuestros familiares sabemos lo que la violencia significa pero que no nos hemos acostumbrado a ella y que no sólo nos inquieta, sino que nos indigna y que por eso luchamos a brazo partido desde hace 30 años para tratar de erradicarla… Y ellos, ¿qué han hecho? ¡Nada! Ni la PGR, ni la traída y llevada CNDH, ni la fiscalía de nombre largo… y en Ciudad Juárez siguen los crímenes y les endilgan a las mujeres muertas el nombre de prostitutas y en todas partes hay "ejecuciones" a las que pomposamente suelen llamar "ajustes de cuentas", palabras con las que se quieren sacudir la responsabilidad de detener a los asesinos… porque, si se trata de "narcos"… y les preguntamos: ¿qué los narcos no tienen derechos humanos y las prostitutas tampoco? Y resulta que ahora están muy preocupados por la violencia y hablan de "el efecto Colombia"… ¡Ah qué señores estos! Como si aquí no hubiéramos tenido los "efectos" Díaz Ordaz y Echeverría y todos los demás, precursores en el continente americano, los que le ganaron la carrera a Pinochet, porque empezaron antes las desapariciones y asesinaban con saña a dirigentes que odiaban, como a Rubén Jaramillo… ¡Ah qué señores estos! Les aseguramos que en las almas de los mexicanos hay muchísimo más que "inquietud".

martes, mayo 24, 2005

BBVA-Bancomer contra los pueblos indios de México

México DF, a 24 de mayo del 2005


A la opinión pública nacional e internacional
A los medios de comunicación


El Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer se pone la armadura, desenvaina la espada e intenta revivir la conquista de los pueblos indios.

El día 19 de mayo del año en curso, la asociación Enlace Civil A.C., con sede en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, recibió la indignante notificación, por parte de Adulfo Ruiz Hernández, gerente jurídico regional del Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer y los licenciados Armando Montoya y Fernando López Bautista, de la notaría pública número 41, de que tenían que cancelar sus cuentas bancarias en dicha institución, a más tardar en 31 días. Cuando se les pidió una explicación, el gerente regional del citado banco se negó a darlas y sólo respondió que el banco “debía protegerse del lavado de dinero y que él solamente recibía indicaciones de lo que debía de hacer”. Y que además “todos los bancos estaban haciendo lo mismo”. Hace un mes, el mismo banco, sí que le hizo lo mismo a la Organización por la salud indígena maya del estado de Chiapas, la OSIMECH, una organización civil que se encarga de la formación de promotores de salud en las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas: sin razón y explicación alguna les dijeron que tenían que cerrar sus cuenta.

Enlace Civil es una asociación que trabaja, sin ningún afán de lucro, para apoyar a las comunidades indígenas zapatistas en los proyectos productivos, educativos, de salud, que éstas tienen. Sus actividades son totalmente legales y transparentes, está debidamente notariada, y además registrada ante la Secretaría de Hacienda, que por cierto nunca le ha otorgado el permiso para recibir donativos sin tener que pagar impuestos por éstos, es decir, está bajo un riguroso y permanente escrutinio por parte de las autoridades políticas y hacendarias del país. Toda la ayuda económica que recibe se destina directamente a las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, para ayudar en la construcción pacífica de mejoras materiales para las siempre olvidadas comunidades indígenas. Entre sus donantes se encuentra el gobierno vasco, la embajada de Finlandia, municipios italianos y ayuntamientos catalanes, así como cientos de pequeñas organizaciones solidarias, ongs, grupos culturales, deportivos, y hombres y mujeres de México y el mundo que hacen lo que el gobierno y partidos políticos no hacen, es decir, hermanarse con las comunidades indígenas, aprender de su enorme dignidad y resistencia ante el poderoso y caminar con ellas en la construcción de un México más justo y digno, donde el racismo, la discriminación y la miseria no sean más que una mala historia del pasado.

Pero nada de esto parece importarle al Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer, que con su indigna actitud demuestra que no se ha enterado que la conquista y colonización de los pueblos indios ya terminó. Así, quienes sí aparecen en los diarios metidos en procesos judiciales por malos manejos financieros en México y otras partes del mundo, quienes se han beneficiado una y otra vez de su contubernio con un gobierno que hipotecó el bienestar de la mayoría, con fraudes millonarios que llevan el nombre legal de rescate bancario, acusan a quien nada tiene, las comunidades indígenas, de hacer lo que ellos mismos sí hacen. Y por cierto que con esta actitud racista y prepotente, también están acusando de “lavadores” a todos aquellos que contribuyen económicamente en la construcción de escuelas, de bodegas, de clínicas, de sistemas de agua potable, de electrificación, de bibliotecas, de bloqueras para la construcción de vivienda digna, de proyectos agroecológicos; el ladrón piensa que todos son de su misma condición pues. Al fin y al cabo, que les puede importar a estos neoconquistadores la suerte de las comunidades indígenas, o de cualquier pueblo del planeta, no olvidar la forma tan ruin en que el mismo banco contribuyó en el saqueo a los ahorradores argentinos hace unos años, lo importante es dejar claro que ellos son los que mandan y que los indios, las mujeres, los jóvenes, los pensionados, los trabajadores, no son sino una variable prescindible para su grandes “negocios”.

Con este ruin ataque, pieza clave en la guerra declarada contra los pueblos indios, el Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer está poniendo su granito de arena en la tarea de matar de hambre a miles de refugiados indígenas que recibían un poco de ayuda para las inhumanas condiciones en que tienen que sobrevivir día a día; para atacar a miles de niños que verán que sus programas de educación, vacunación y control de enfermedades curables se tendrán que suspender; para ir en contra de cientos de mujeres que por primera vez en su vida podían acudir a una clínica comunitaria, a parir o tratarse su salud en condiciones médicas respetables; para hostigar a miles de promotores de educación y salud, que sin recibir sueldo ni beneficio económico alguno, ya no podrán conseguir los materiales escolares y de salud que necesitan para ir cumpliendo con su labor comunitaria; para buscar cerrar las decenas de farmacias rurales que se quedarán sin abasto de las medicinas que se entregan de forma gratuita a los pobladores de las comunidades, para medio paliar las enfermedades de la pobreza que los asola; para buscar exterminar pues a miles de comunidades que se resisten día a día a seguir en el olvido y sin futuro alguno. Se deben sentir orgullosos señores del Bilbao Vizcaya-Bancomer, han dado un paso importante en la cruzada que hace más de 500 años comenzaron sus antecesores.

Llamamos a todos aquellos que han apoyado y apoyan en la lucha pacífica de las comunidades indígenas zapatistas por construir un mundo más justo y digno, a todas y todos aquellos que no pueden ver más que con repulsión este escalamiento de la guerra de exterminio contra los pueblos indios, a que se pronuncien públicamente contra el Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer, en México y en el mundo, y que les hagan saber que la conquista, el racismo y la guerra de exterminio, el desprecio por la humanidad, son “valores” que no estamos dispuestos a seguir permitiendo.


Por Enlace Civil A.C.: Dra. Paulina Fernández, directora; Bárbara Riviello, tesorera y Javier Elorriaga, secretario.
Por el Comité Eureka: Rosario Ibarra de Piedra
Por el Fideicomiso para la salud de los niños indígenas de México, A.C.: Ofelia Medina

Pecado capital


El orgullo se encuentra en el fondo de todos los grandes errores / John Ruskin.


NO hay duda de que los hombres y mujeres de México, llenos de dignidad, voluntad y capacidad de trabajo, realizan trabajos que ni los negros quieren hacer en Estados Unidos". Tales fueron las palabras escuchadas en el programa radiofónico del reverendo Jesse Jackson, repetidas por él, para preguntar al presidente Fox: "¿Es lo que usted dijo pero qué quiso decir?".
El ya a estas alturas inefable señor Vicente Fox "se salió por la tangente", como desde tiempo inmemorial se acostumbra decir de quien busca escabullirse, de quien pretende "dar gato por liebre", de quienes son acomodaticios y mendaces, de los demagogos pues...


Y el señor Fox se fue desviando poco a poco de la para él molesta pregunta, describiendo al paciente activista los "logros" y las "bondades" de su gobierno en materia de derechos humanos, los avances en sus pláticas con el presidente Bush acerca de los migrantes; sus exigencias al gobierno del país vecino en relación con el trato a nuestros compatriotas que van a aquellas tierras en busca de trabajo; las bondades del TLC y las tribulaciones de los gobiernos de México y EU por todo lo que hace a la milenaria China, tan ducha en escamotear empleos en otros países y en inundar con sus productos todas las naciones del planeta... entre otros temas...


Pero el paciente interlocutor de don Vicente Fox no quitaba el dedo del renglón y una y otra vez inquiría acerca de las palabras del Presidente mexicano en relación con los trabajos despreciados allende el Bravo... hasta por los negros... lo cual, mírese por el ángulo que sea, suena mal, muy mal... tiene un fuerte tufo a discriminación y menosprecio.


Pero el ya por poco tiempo titular del Poder Ejecutivo federal de este maltratado país no cejaba en su empeño de seguir haciendo recuento de las maravillas que por acá tiene a bien concedernos y esparció su no muy florida retórica en un discurso sobre lo respetuoso que es de los derechos humanos que según repitió categóricamente han sido "su prioridad" en el sexenio.
Pero el reverendo Jackson atacaba de nuevo y le preguntaba si se daba cuenta de la gravedad de su declaración haciendo a un lado el que hubiese sido mal interpretada y qué pretendería hacer para "acercarse a los afroamericanos (en EU) y asegurarles su interés en cooperar en asuntos como salarios, beneficios y seguridad en el empleo" para ellos y "para las relaciones México-EU".


Y ¡caray!, si se tratara de cuentos, nos divertiríamos muchísimo, tal como ha sucedido por muchos años con el genial títere Pinocho, al que le crecía la nariz cada vez que decía una mentira, pero en estos aciagos días, en estos tiempos del engaño como estandarte, de la impunidad, de la simulación y del escarnio, resultan "puñaladas traperas" las palabras del señor Fox cuando habla de lo que ha hecho por el bienestar de los indígenas y de cómo fue aprobada "por unanimidad" la ley que envió al Congreso para beneficio de todos ellos, porque es "un apasionado" de los derechos humanos... tanto, que también allí hizo llegar una ley contra la discriminación.


Y continuó en su perorata tan ajena a la realidad, explicando al reverendo Jackson que en su gobierno se ha creado "una oficina que se encarga directamente de promover el desarrollo indígena en todo México". Es increíble que "ni la lengua se mordió"... es que está acostumbrado dicen los que saben a lanzar mentiras como plumas de gallina desde un campanario, que al fin y al cabo... ¿quién las barrerá para que quede todo limpio? Él se afana en aquello de "miente, que algo queda".


Menos mal que no se le ocurrió comentarle al reverendo Jackson lo de los desaparecidos y su fraudulenta "fiscalía especial", porque entonces sí, nosotros (Comité ¡Eureka!) haríamos que Troya ardiera, porque por ese rumbo la desvergüenza ha llegado a grados superlativos y la complicidad con los asesinos y torturadores del pasado es más clara que el H2O en su más nítida expresión.


Pero de vuelta en el bochornoso asunto de la racista expresión de don Vicente Fox en relación con los trabajos menospreciados por los negros (a tono con sus palabras), es necesario recordarle que, aparte de mendaz, de falso y de demagogo, es un espurio "practicante" de la religión que dice profesar: la católica, porque a preguntas hechas por el reverendo Jackson, a peticiones expresadas repetidamente por él, en relación con el arrepentimiento y a la disculpa hacia los ciudadanos estadounidenses que se sintieron ofendidos, se inclinó a hablar de la "limpieza" de su conciencia, lo cual no nos convence porque hemos vivido más de cuatro años en el vaivén de su mendacidad...


Pero a un creyente confeso como él hay que decirle que sus palabras ofenden a su religión y a todos los que la respetan y reverencian, porque él ha incurrido en mentira contumaz, pero sobre todo al no arrepentirse de lo que dijo, al no disculparse ante los ofendidos en el vecino país... y en el nuestro (como se lo pedía el reverendo Jackson) incurrió en el pecado horrible de la soberbia, el orgullo... que para él, creyente y practicante dice de la religión católica, lo que ha hecho, lo que cometió es pecado capital.

martes, mayo 17, 2005

¡El Día del Maestro!

...arrancaste del alma la ortiga de la duda...
Hernán de la Roca.


AL correr de los años triste es decirlo cada vez es más difícil la labor del maestro. Y no es que yo lo diga o que sólo a mí me parezca, no.


Encuentro por doquier gente amiga, compañeros de antaño, parientes, en fin, personas de diversas ocupaciones y costumbres, de muy variadas formas de pensar, que sienten pena por el olvido y el abandono en el que se tiene a los maestros.


Y no es porque no se defiendan, no se debe a que no exijan lo que en derecho les corresponde, es que cada día los malos gobiernos les han ido reduciendo los espacios para hacer patente su inconformidad y es sobre todo porque cada día los siempre malos gobiernos se han ido volviendo más cínicos y con más capacidad para acallar las protestas, con el enorme aparato "de seguridad", que mantienen a altos costos, que en realidad sólo sirve para garantizarles lo que ellos entienden por seguridad: no ser molestados...


El Día del Maestro... ¡Bah! ¿Y a quién le interesa; quién quiere rendirles homenaje de cariño, de respeto y de gratitud por su noble tarea? De seguro los del poder no, pero estoy segura de que el noble y generoso pueblo mexicano sí lo desea y en la escasa medida de sus posibilidades lo hace.
He visto en estos días, tempranito en la mañanas, a las madres que presurosas llevan a sus hijitos a la escuela.


He escuchado sus recomendaciones, sus palabras de gratitud para los hombres y las mujeres que respetan por el bien que hacen a sus hijos y, a pesar de crisis y carencias, se esmeran en hacer que sus niños les lleven alguna cosa que haga patente su buena voluntad para ellos...
He contemplado con satisfacción enorme el gozo que a los infantes da la pequeña muestra de gratitud que sus madres han puesto en sus manos, para aquellos que día tras día desbrozan sus almas párvulas y arrancan de raíz "la ortiga de la duda".


Asomada a una ventana, con el pensamiento en mis hijos y en mis nietos a mil kilómetros de distancia y en el hijo ausente que me arrebataron los ladrones de todo: los malos gobiernos, veo en el trajinar mañanero a esas madres y a esos niños y de pronto el pensamiento vuela a mi niñez y recuerdo con infinito amor a mi primera maestra: Guadalupe Velasco, aquella pequeña mujer que se parecía a doña Josefa Ortiz de Domínguez, que con infinita paciencia atendía ella sola una escuelita de sólo cuatro grados y que estaba al lado de mi casa en Chihuahua... y empieza el desfile en mi mente de todos los recuerdos gratos que he almacenado en mi memoria: mis años más tarde en Monterrey, en el Colegio Alemán; las clases de historia que impartía el director, el bondadoso maestro Fritz Ulrich; los días de campo y las "tardeadas", contemplando la puesta del sol desde Chipinque.


Después, la secundaria, aquella casona bella y antigua, enorme, en cuyos techos retumbaba la algarabía de cientos de niñas y jóvenes que aún no sabíamos lo que era la tristeza... Y qué gozo en la clase de canto, cuando el maestro Armando Villarreal, el autor de la célebre Morenita mía, nos llamaba a iniciarla, con el prodigio de sus arpegios en el piano.


Y María Valdés, la directora, Mariquita, como la llamábamos, que con su taconeo nos obligaba al silencio, pero que nos embelesaba con la lectura de las poesías de Amado Nervo y de su amiga María Enriqueta...


Más tarde, la preparatoria, en la que me sentí igualmente feliz; sola en un grupo de 40 jóvenes varones, era cual una reina.


Todos fueron muy buenos compañeros y de los maestros guardo muy gratos recuerdos, en especial del cultísimo Francisco M. Zertuche, maestro de literatura y del viejo profesor de francés...


Y claro también en primer lugar, del profesor de biología, que años después de haberme reprobado fue mi esposo y padre de mis hijos... y en ese momento de las remembranzas se me anegan los ojos en copioso llanto porque es cuando vuelvo al momento en que vivo, con todo lo que han significado 30 años de injusticia.


Es entonces que empiezo a pensar de nuevo en mi hijo y en todos lo que como él fueron arrancados de sus hogares... y se inicia el desfile de sus rostros tan nítidamente dibujados en mi memoria a fuerza de verlos y de pensar en ellos y de luchar por ellos...


De pronto recuerdo de nuevo que es el Día del Maestro y que en las páginas de nuestros archivos hay cientos de nombres de maestros desaparecidos y que el primero que enlistamos fue Epifanio Avilés Rojas, un maestro que secuestró el Ejército en Guerrero en 1969 y que de allí para adelante la infamia no ha parado...


Pero nosotros no cejaremos en esta desigual batalla y estamos del lado de todos ellos, de los que junto a los padres enriquecen las mentes de millones de niños. Los respetamos y les recordamos siempre, no sólo en el Día del Maestro.

martes, mayo 10, 2005

De lo que le sobra reparte...

Era la noche del 30 de abril de 1974. Mi esposo, el doctor Jesús Piedra Rosales, estaba en su consultorio atendiendo calmadamente a sus pacientes, en apego estricto a la propedéutica médica, que tan necesaria es para formar buenos galenos. La pena que nos causaba la persecución que se cernía sobre nuestro hijo, obligado a vivir en la clandestinidad, era muy grande y la preocupación por su suerte y por la de toda la familia nos hizo solicitar amparos para todos. Ese día en especial el temor era mayor, pues temprano se dio un hecho en el que la policía, sin pruebas aún, involucraba a nuestro hijo.


De pronto un grupo de individuos irrumpió sin miramiento alguno en el consultorio y pretendió llevarse a mi esposo, con el pretexto de que fuese a las instalaciones de la Policía Judicial del estado a "contestar unas preguntas". Mi esposo se negaba y les mostraba un amparo, lo que movió a risa al grupo. El documento fue dejado sobre el escritorio como un papel inservible y a él se lo llevaron a donde querían. Ya en las oficinas de la citada dependencia contestaron al "buenas noches" de mi esposo con brutales empellones.


Él tenía en ese entonces 62 años y sin miramiento alguno lo tomaron de sus escasos cabellos y lo tiraron al piso. Lo despojaron de la camisa, le robaron cuanto llevaba... ¡hasta el termómetro! Le ataron las manos a la espalda y lo llevaron a un lugar en el que estaba un enorme recipiente lleno de agua sucia en el cual se orinaron, todos muertos de la risa. Eran tres los trogloditas, todos jóvenes, altos y al parecer muy fuertes. De nueva cuenta agarraron a mi esposo de los cabellos para obligarlo a sumergir la cabeza en aquella agua hedionda y pútrida, con el fin de que les dijera en dónde estaba mi hijo. Él lo ignoraba pero de seguro, de haberlo sabido, jamás lo hubiera dicho, imaginando lo que podrían hacerle si lo tuviesen en sus manos.


Al borde de la asfixia se alzó como pudo y fue entonces que la enorme rodilla de uno de ellos se le incrustó en la columna vertebral, lo que le produjo un intenso dolor y estuvo a punto de perder el conocimiento... se le había fracturado una vértebra.


Como un fardo lo tiraron al piso y ya recuperando la conciencia los escuchó decir: "Este viejito ya caminó, quítale todo lo que lo identifique y tíralo en otro estado".


Se enderezó para que no cumplieran sus planes y hartos de golpearlo, ya casi amaneciendo, lo condujeron a una de las célebres "tapadas", celdas de la Policía Judicial.


En el trayecto, un abogado que reconoció a mi esposo y que llevaba una orden de un honrado juez para que lo liberaran increpó a los torturadores pero ellos, ensoberbecidos por las "órdenes superiores", dictadas "directamente de Gobernación", todavía lo tuvieron encerrado hasta que "se cumplieran las 72 horas".


La historia posterior, el secuestro de mi hijo, amparado también, es ya de sobra conocida, a la par que las de los cientos de desaparecidos por cuya vida y libertad hemos luchado por más de 30 años.


Narré lo sucedido a mi esposo, que es una copia fiel de lo que hicieron a las familias de todos los desaparecidos; a los amigos, a los compañeros de escuela o de trabajo... y hasta a quienes sin ninguna relación con ellos, sólo porque tenían el mismo apellido, eran detenidos, golpeados, maltratados y a veces desaparecidos también. Y lo digo, porque la mayoría de ellos recurrieron al amparo al verse hostigados por policías y soldados.


Y me vino todo esto a la mente con el consabido dolor que me causa recordarlo por unas palabras del diputado Manlio Fabio Beltrones que hace unos días aparecieron en la prensa y se escucharon en entrevista radiofónica. Indignado a más no poder, el otrora funcionario de la Secretaría de Gobernación, siempre a la sombra de Fernando Gutiérrez Barrios, expresó su inconformidad contra "la absurda determinación del presidente Vicente Fox" en el asunto del desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Añadió que es un "despropósito", que "puso el mundo al revés", porque "se echan por tierra a la basura, dicen que dijo 160 años de tradición de la institución del amparo".


¡Ah que el señor diputado! Estoy segura de que ni siquiera se mordió la lengua, por la inveterada costumbre que tiene de hacer disimulo de todo lo malo que durante los gobiernos priístas de triste memoria se hizo.


La frasecita esa de "la tradición de la institución del amparo" debe de habérsele antojado un acierto... y es claro un acierto más de la demagogia y de la mentira de su discurso de muchos años. Ellos, de Echeverría para acá, que es lo que me tocó vivir, no sólo "echaron a la basura" el amparo, sino la Constitución mexicana completa... en ello le tocó enorme parte al entonces secretario del subsecretario y más tarde titular de la Secretaría de Gobernación, Gutiérrez Barrios, y con él, quiéralo o no, comparte la responsabilidad terrible de los delitos cometidos.
¡Caray, de lo que le sobra reparte!

Es de todas y de todos

Nada te quite tu convencimiento en la bondad de tu hijo. No lo despojes de la confianza maternal porque esto es arrebatarle la vida que le diste.
Constancio C. Vigil.


Mi modesto departamento está lleno de ellas; sí, de cientos de fotografías en las que comparto sitio con mis entrañables compañeras, las "Doñas", como cariñosamente nos han bautizado hombres y mujeres solidarios con la lucha por justicia para nuestros hijos desaparecidos.
En el sitio en que me encuentre dentro de estas paredes, de techo a piso llenas, veo rostros entristecidos, puños alzados, mujeres cabizbajas que ocultan los ojos llenos de lágrimas o cabezas erguidas y gestos airados de reclamo...


Son los trozos de la memoria que no muere ni morirá nunca; son la historia de la batalla contra una infamia; son los documentos de nuestra verdad que se alzan acusadores contra la mentira oficial, contra la demagogia, la hipocresía y la falsedad de los malos gobiernos.


Allí estamos, encadenadas a las rejas de la Secretaría de Gobernación, crucificadas en el zócalo, frente a la catedral, allí mismo, en el atrio, en huelga de hambre, caminando por las calles con mantas y pancartas o encaramadas sobre improvisados templetes frente a Palacio Nacional o Los Pinos, exigiendo la justicia que nos ha sido tantas veces negada.


Y veo las fotografías y los carteles y mi mente se va hasta Guerrero y por allá imagino a Celia, que conmigo fue fundadora del Comité de familiares, junto con Elodia García, la madre de los Gámiz que murieron en Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965, al lado de otros hombres, jóvenes todos, que tempranamente en sus vidas aprendieron lo que era la injusticia y que tempranamente también lucharon contra ella... pero ¡ay!, en ese amanecer de su existencia cayeron probando con sus acciones los ideales que inundaban sus mentes. Y veo a Conchita, la madre de los Corral, y a todas las que con ella han luchado desde Chihuahua, como mi hermosa amiga que ya nos dejó, Laura Saldívar.


Y de Chihuahua salta mi pensamiento a Sonora y a Sinaloa, y las veo a todas erguidas y llenas de esperanza, luchando por sus hijos y por los hijos de las que murieron y les dejaron la tarea ineludible de buscarlos como si fueran suyos. Y recorro la República entera, San Luis Potosí, Monterrey, Oaxaca, Cuernavaca, Guadalajara... y en todas partes encuentro los rostros de mis compañeras que siguen firmes, que no las abate la tristeza por grande que esta sea y mis ojos se posan en las que están siempre cerca porque viven en la capital, en esta gigantesca urbe en la que se centra el poder, ese desde el que se instauró el terrorismo de Estado, ese que puso en práctica el más terrible de los crímenes de lesa humanidad: la desaparición forzada, que se inició en 1969 en Coyuca de Catalán, Guerrero, con el secuestro y la desaparición del profesor Epifanio Avilés Rojas por órdenes del general del Ejército mexicano, Miguel Bracamontes y el mayor Antonio López Rivera.


Sí, decía líneas arriba que veo a las "Doñas" que viven en el Distrito Federal, quienes conmigo comparten esa carga de amor y solidaridad que es la de defender a todos los desaparecidos, porque sus familiares están lejos y nosotros los queremos libres a todos.


Los años han ido mermando nuestras filas y de las de aquí de la capital, en estos últimos años hemos perdido a dos: Alicia Vargas y Delia Duarte. Ellas murieron pero el ejemplo de su lucha quedó en esas fotografías, en documentos firmados por ellas y en miles de volantes que sus manos repartieron entre el pueblo, en las puertas de las fábricas, en las escuelas, en las iglesias, en los mercados y en todos los lugares en donde queríamos encontrar a la gente que como nosotros estaba ávida de justicia. Todas las que quedamos, seguimos esta lucha sin detenernos. Nos indignan las pretensiones obtusas de una llamada "fiscalía especial..." que pretende "indemnizar a las víctimas" de lo que llaman la guerra sucia. A nosotros, Comité ¡Eureka!, que ni se les ocurra acercarse con su factura de muerte. Ni con todo el dinero del Banco Mundial pagarían la vida de uno solo de los desaparecidos. Nuestros hijos no tienen precio... "No tuve hijos para venderlos" dijo doña Reyna Santiago, una valiente compañera nuestra. Aparte, que no se les olvide a estos funcionarios, que nuestro grito perenne es ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos", que nosotros no les quitaremos la vida a nuestros hijos, ni con el más leve pensamiento...


Hace apenas cuatro días la Asamblea Legislativa del Distrito Federal me hizo el honor de otorgarme la Medalla al Mérito Ciudadano. Lo agradecí y lo agradezco infinitamente. En mi intervención en tribuna, mencioné a quienes han estado conmigo en esta larga y desigual lucha, pero hoy, en este espacio que ocupo desde hace más de 20 años, he querido rendir un homenaje de respeto y cariño a todos los que sin dudas ni titubeos han estado conmigo en estos pasos, en trances difíciles, en horas de desasosiego y de llanto... por eso digo: la medalla, la presea es de todas... y de todos.

Como en un colmenar

La especie superior de los animales la raza humana para mantenerse en su lucha...debe unirse como lo hacen las abejas...
León Tolstoi.


La mañana era hermosa, fresca, cobijada por un cielo limpísimo de un azul intenso que doraban a lo lejos los pinceles del sol. Los arriates del Paseo de la Reforma completaban el paisaje maravilloso con la policromía exuberante de sus flores: geranios, pensamientos, narcisos, violetas, lirios y el verde rebosante coronado por las cuentas de plata del rocío tempranero.
Muy de mañana caminaba por la tierra húmeda de los andadores para llegar al punto de reunión decidido días antes para iniciar la marcha en apoyo a Andrés Manuel López Obrador, frente al Museo de Arte Moderno, para que de allí fuésemos juntos hasta el Museo de Antropología.
Se pensó en ciertos colores para la ropa de los asistentes: verde, blanco o rojo, los colores patrios, los colores del moñito, escudo contra el desafuero. Algunos los lucían: chaquetas, zamarras, camisas, faldas, rebozos, en fin, una prenda cualquiera, pero no eran muchos los que las portaban.


La gran masa de "los de abajo" colmaba las calles con el multicolor atuendo cotidiano que les ha dejado la crisis... pero qué bello era aquel torrente de seres humanos que se movía como las aguas de un enorme río desbordado... qué firme era su andar, cuán prolífica su inventiva para llenar mantas y pancartas, cuánta ternura en su respeto y en su cariño hacia un ser vulnerado por un gobierno engreído y lleno de soberbia, hipócrita, falaz, farsante y violador de las leyes que juró cumplir y hacer cumplir, pero que ha torcido a su antojo por lograr sus vesánicos designios... pero que por su turbiedad le han fallado...


Llegué como la varsoviana, "yo solita, yo solita...", pero una vez allí encontré a la gente que siempre acude a esas expresiones masivas de rechazo a las tercas ilegalidades y villanías de los malos gobiernos, y plática y comentarios estuvieron llenos de la confianza que dan la semejanza de criterios y la recíproca simpatía que el compartir ideas otorga.


Mi atuendo no era alegre, no tenía ese trozo brillante del iris que algunos portaban. Mi vestimenta era "el uniforme" de las madres de los desaparecidos políticos mexicanos: el del color que no forma parte del espectro solar, que escogimos porque al arrebatarnos a nuestros hijos nos enlutaron el alma... yo vestía de negro y llevaba al pecho la efigie de mi hijo, copia fiel de la que siempre vive aposentada en mi mente, en mi memoria y en la esperanza en el futuro que él y sus compañeros anhelaron.


Guardaba el gafete que me enviaron "de parte del lic. López Obrador" (dijeron), que me haría invitada al "templete" en el zócalo. Lo guardaba repito porque nunca empalmo gafete alguno a la fotografía de mi hijo y marché en el lugar que me tocó al iniciarse la marcha, cerca de amigos entrañables a los que desde hace muchos años conozco. No me abalancé a acomodarme en la descubierta, como no faltó quien lo hiciera, porque mi único propósito era el de hacer patente mi solidaridad a Andrés Manuel y porque, cuadras adelante, me esperaban los compañeros del comité ¡Eureka!, hombres y mujeres que se integrarían a mi lado en aquel apoyo apoteósico, ridículamente disminuido por los voceros del aparato gobernante del foxismo, en el colmo de la estulticia y el desprecio hacia la inteligencia del pueblo de México y de quienes observan al país desde el extranjero.


Frente al vetusto edificio del Seguro Social logramos que mis compañeros y compañeras marcharan a mi lado y así seguimos hasta el cruce de Bucareli. Andrés Manuel había terminado su discurso y allí, ante la imposibilidad de avanzar, decidimos salir de la marcha.


En el camino de regreso a casa fuimos haciendo recuento de lo que sucedió en el largo recorrido: la alegría, el gozo de ser tantos, el sentimiento masivo de la solidaridad y, ¿por qué no?, el haber compartido las calles, los kilómetros que se borraban a nuestro paso, sin que hicieran en nuestros cuerpos mella ni el cansancio ni el hastío y que durante todo el recorrido, en aquella que sería una marcha silenciosa, jamás dejó de escucharse algo como el zumbido en el abejar.
El sonido maravilloso de quienes trabajan sin cesar en una tarea colectiva para beneficio de todos, sumado a la alegría, al gozo de las almas nobles y generosas de quienes forman este maravilloso pueblo del Distrito Federal a quienes tanto respeto y quiero... Bendita marcha del zumbido en sordina que se volvió chiflido y abucheo de repudio al tránsfuga de las mil caretas... Preciosa marcha hecha de pueblo que no olvida; gigantesco desfile de protesta que sabe lo que quiere aunque los farsantes y los traidorcetes menosprecien su inteligencia y su memoria; bello conglomerado que ha dado todo el fervor de su amparo a las causas que siente justas, sin esperar por recompensa sino la reciprocidad que merece de la justicia que a él le ha sido siempre negada.


Ojalá aprendamos de esos insectos himenópteros; ojalá nos mantengamos unidos como en un colmenar.

Infame usufructo

En memoria de mi abuela materna que honraba y veneraba el trozo de tela de tres colores, símbolo de esta patria.


Desde niña aprendí a sentirme orgullosa del hermoso pendón; sus colores fuertes y llenos de brillo, ondeando al aire, me causaban una extraña sensación que a más de 70 años no alcanzo a comprender.


Era una rara mezcla de gozo, de ternura, de altivez la que me invadía, pero no podía evitar que algo como la filtración de una gota amarga y dolorosa humedeciera aquella amalgama...
Tal vez las lecciones de historia, los hechos heroicos en ella narrados, el recuerdo de tantos hombres y mujeres que murieron para legarnos esta nuestra amada tierra y los jóvenes, casi niños, que lucharon hasta perder la vida a manos de los invasores, y el que saltó al vacío envuelto en la Bandera para que no fuera mancillada por manos enemigas... quizá pienso era lo que desleía tristeza en mi alma párvula... pero siempre fue mayor el gozo en mi feliz infancia, los pocos años de la vida de mi abuela que pude estar a su lado.


Cómo recuerdo a mi abuela desatando un lienzo negro que envolvía la bandera hecha por ella. Brotaba al instante el olor a ébano del asta, cuidadosamente forrada de terciopelo verde y, al alzarla, caía como en olas el pesado razo de tres colores que ella unió con sus manos hábiles y en cuyo centro bordó con preciosura el "águila brava" del Escudo Nacional.


Cada 21 de marzo ondeaba el refulgente lábaro sobre la azotea de la panadería La Voz del Pueblo, propiedad de mi abuela Adelaida, y ella, desde muy temprano, repartía entre los que llegaban a su negocio atraídos por su "santo olor", y entre la gente que transitaba por la calle Zaragoza, unas tarjetitas con la frase que de Benito Juárez, aquella del "respeto al derecho ajeno", que durante días enteros había estado escribiendo con clara y pulida caligrafía y que las colocaba junto a un moñito tricolor.


Lo mismo solía hacer el 5 de mayo y el 16 de septiembre, obsequiaba tarjetas con frases alusivas y el trocito de los colores patrios que nadie se negaba a portar: los hombres en la solapa del saco o en la camisa de obrero, las mujeres en el pecho y los niños en cualquier parte, pero siempre impresionados por el rostro bondadoso de aquella anciana que con dulzura infinita se los entregaba y les decía que amaran a su patria, que defendieran su libertad y que pugnaran porque siempre hubiera justicia para alcanzar a la paz.


Me contaron que sufrió terrible enojo cuando nació el Partido Nacional Revolucionario y se apropió de los colores que ella tanto amaba, y no porque los quisiera para ella sola sino que le parecía injusto que un partido como aquel, Partido Nacional Revolucionario, ancestro del Partido Revolucionario Institucional, se envolviera en la bandera de todos los mexicanos y al correr del tiempo, quién sabe qué pasaría...


Por fortuna, mi querida abuela murió sin conocer desmanes, latrocinios y sobre todo crímenes fraguados y ejecutados por los autonombrados revolucionarios "herederos" de los que sí lo fueron. No supo de la ignominia de su demagogia, no conoció las frases hipócritas de cada uno de los presidentes de la era de los 70 años.


Y no llegó a estos tiempos de la sucia unión de los que se decían opositores, cobijados con los colores marianos, con los que se dicen del partido que institucionalizó la Revolución y quisieron tener el monopolio de los colores patrios.


Ahora resulta que unos y otros, los que con sus acciones de represión brutal mancharon con la sangre del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, y con el oprobio de la tortura y de las cárceles clandestinas, los colores sagrados del pueblo de México; y los blanquiazules, que renegaban de los primeros, que mutilaron el "águila brava" y querían incluir en el escudo un ligero tinte azul, hoy quieren prohibir al pueblo mexicano que ostente en su pecho un moñito tricolor, de esos verde, blanco y rojo que son propiedad de todos los que habitamos este suelo y que podemos traerlo sobre el pecho en defensa de lo que creamos justo o simplemente porque nos da la gana, porque amamos este suelo, porque luchamos por la libertad y porque pugnamos por justicia para alcanzar la paz, como decía mi hermosa abuela.


Ojalá mis compatriotas, los millones de este país, sigan en la defensa inclaudicable de sus derechos; ojalá la brecha abierta la madrugada esplendorosa del 1 de enero de 1994 en el sureste mexicano continúe alentando los anhelos libertarios de este sufrido y noble pueblo; ojalá el engaño demagógico, la hipocresía y la mentira mediática no logren atraer la buena fe de los mexicanos.


¡Ya basta! Alcemos nuestras voces en contra de los que nos han robado todo: vidas, libertad, justicia y paz, de los que nos han engañado por años, de los que se sienten dueños, amos y señores de este suelo y de la riqueza que de sus entrañas brota... Acabemos con este infame usufructo.

Abril 10, ¡Zapata vive!

En memoria de Pável González y en infinita solidaridad con sus padres y hermano.



El pasado domingo, aniversario de la muerte del general suriano, que se sepa no hubo ninguna ceremonia oficial en su memoria. Si la hubo, pasó desapercibida porque no se leyó en medio alguno.

Y es que tanto las páginas de los diarios como las pantallas de televisión estuvieron saturadas de imágenes y crónicas de otros eventos y sucesos que a decir verdad son insulto para el pueblo de México porque ¿cómo aceptar el acto vandálico del desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal sin sentir que se nos ve cual si fuésemos un almácigo de idiotas?

¿Cómo deglutir sin indignarnos la frase de satisfacción del Presidente de la República, Vicente Fox Quesada, al ser informado del infame acto perpetrado en la Cámara de Diputados? ¿Cómo no sentir vergüenza ante otros pueblos del mundo de que "nos gobierne" la frívola pareja? ¿No se antoja una ridiculez su visita a Roma, aderezada con las lágrimas del varón y las genuflexiones de ella ante un prelado que ni siquiera la veía?

Pero en fin, habrá que reclamarles a los "útiles" que con su voto encumbraron las botas al poder y luchar para que no se repita el estropicio: que no se cuele ninguno de los "siameses" (PRIPAN) de nueva cuenta al más alto sitial del país.

¿Esperanza en ello? Claro que la tenemos, porque mientras este noble y generoso pueblo tenga memoria podrá comparar a quienes lucharon en favor de sus causas con los que traman y logran despojarlos de lo que les pertenece, y este pueblo sí recuerda a Zapata, "Señor de la tierra, capitán de los labriegos", como alguien lo llamó y no como los hipócritas, simuladores que bautizan a sus hijos con el nombre de Emiliano, mientras traicionan su memoria y ensucian o destruyen todos sus postulados... Este su pueblo sí recordó a Zapata, sí rindió homenaje a su lucha en el aniversario de su muerte.

Smaliyel, que significa esperanza en tzeltal, la cafetería internet que lleva este nombre, organizó un acto en su memoria. A la una de la tarde, frente a sus instalaciones nos congregamos quienes sí lo recordamos. Allí, frente a un improvisado monumento, una mesa cubierta con un lienzo verde y un paliacate rojo, estaba un busto en bronce del héroe del pueblo mexicano en sitio de honor. Allí entonamos los presentes (jóvenes en su mayoría) el Himno Nacional y después el himno zapatista, el canto de los indígenas del sur, de los hermanos que siguen luchando en aquel trozo de la patria contra los oscuros designios del mal gobierno y sus socios millonarios, que pretenden despojarlos de la tierra que les pertenece.

Allí, mientras unos músicos, compañeros solidarios, cantaban, recordamos parte de aquel famoso decreto que dictó el 8 de septiembre de 1914 el ya para entonces famoso jefe del Ejército Libertador del Sur. "Las propiedades rústicas nacionalizadas pasarán a poder de los pueblos que no tengan tierras que cultivar y carezcan de otros elementos de labranza, o se destinarán a la protección de huérfanos y viudas de aquellos que han sucumbido en la lucha que se sostiene por el triunfo de los ideales invocados en el Plan de Ayala". Y Emiliano Zapata siguió luchando, junto a otros mexicanos de su talla, por el bienestar del pueblo al que pertenecía, mientras se fraguaba la traición que lo llevó a la muerte.

Taimados, como suelen ser los asesinos, en la sombra de sus despachos urdieron un plan para asesinar al valiente soldado morelense y escogieron para el papel de simulador al coronel Jesús Guajardo, originario del estado de Nuevo León, para afrenta de ese estado, para dolor mío porque en Monterrey nacieron mis hijos y han ido naciendo mis nietos, que no mi esposo y yo: él era de Durango y yo de Coahuila, nací en Saltillo, pero los años más felices de mi existencia los pasé en la ciudad del Cerro de la Silla, hasta que el zarpazo de la represión echeverrista me arrancó la dicha y me trajo al Distrito Federal en busca de una justicia que en ya casi 30 años no he podido alcanzar.

Pero eso sí, la amargura y el odio no han podido aposentarse en mi alma y la esperanza sí vive en ella a sus anchas. Por eso, el 10 de abril, orgullosa acompañaba a quienes siguen viendo en Emiliano Zapata al valiente que lucha sin cesar por las causas del pueblo y a los jóvenes que alzan la esplendorosa oriflama de su dignidad, lo mismo en nuestro suelo que en otros países lejanos en la distancia de la geografía, pero cercanos en los ideales y en las convicciones.
Zapata cayó asesinado en Chinameca, pero a Guajardo no le duró mucho el gusto. Un año después, fue fusilado en Monterrey y mientras al falso militar se le conoce por su traición y se pronuncia su nombre con desprecio, al glorioso héroe suriano se le respeta y en muchos lugares del orbe se grita con orgullo: ¡la lucha sigue! ¡Zapata vive!