Comité Eureka

En este espacio se publican los artículos semanales de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité Eureka. Se obtienen del diario mexicano El Universal (todos los martes en la Primera Sección). Entre a la página www.eureka.org.mx para conocer la historia del Comité Eureka y los nombres de los desaparecidos por los gobiernos de México.

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Nombre: Comité Eureka
Ubicación: Mexico

viernes, junio 24, 2005

Quisiera hoy ser feliz

Anochecía aquel día 15 de diciembre de 1979. Caminaba por las calles del centro, con una angustia inexplicable en medio del pecho. Quería desde hacía buen rato regresar a casa, pero no me atrevía a sugerirlo a mi hijo menor, porque él buscaba afanoso un regalo para su padre, que el 21 cumpliría años.


No soy supersticiosa ni creo en cosas sobrenaturales, ni en "presentimientos" ni en frases como la de "una madre nunca se equivoca" o alguna otra zarandaja por el estilo, pero el hecho es que en no pocas ocasiones me ha pasado que cuando alguien cercano a mi vida, por lazos familiares o por afinidad de ideas, sufre, hay algo como un conducto transmisor que me hace partícipe de su sufrimiento y fue por ello porque aquella mi angustia tan grande la pensé gemela de otra ajena que decidí regresar.


Vivía entonces en un oscuro departamento que estaba en el tercer piso, al fondo de un edificio en la calle Pachuca. De prisa recorrí el pasillo y subí las escaleras, seguida de mi hijo. Me detuve en el último descanso y supe entonces que no estaba equivocada: junto a mi puerta, estaba agazapado un hombre que desde hacía varias horas sufría una gran angustia.


"¿Es usted Rosario Ibarra?" me preguntó con voz grave, enronquecida por la pena. Tras de mi quedo asentimiento le escuché decir: "Soy Armando Gaytán, me acaban de soltar… ¡Hijo de mi vida! exclamé desesperada ¡Anoche se fue tu madre! Se puso de pie y pude verlo bajo la luz de aquel pequeño espacio. Alto, como en la fotografía que me dejó su familia, pero no tenían sus ojos la misma dulzura en el mirar, ni su cabello corto, bien peinado. Era aquel hombre mal vestido, algo como la imagen que en mi mente me tracé tantas veces cuando leía El Conde de Montecristo : el cabello largo hasta media espalda y la barba tupida, tan crecida que le cubría el pecho. Y los ojos, aquellos ojos de mirada dulce y risueña que describía su madre, tenían el desasosiego y la angustia que la tortura y el largo encierro les imprimieron y que tardaron mucho tiempo en cambiarse por un mirar profundo y triste, anegado de pena… Lo recordé hace días cuando, con la desfachatez que los caracteriza, el llamado "hermano incómodo" dejó la cárcel y se quejó amargamente de que con sus brazos extendidos podía cubrir la anchura de su celda. Salió ensoberbecido, fingiendo al parecer un arrepentimiento que está muy lejos de sentir; lleno de vida, pulcro, rasurado, bien peinado y en actitud triunfalista junto a los suyos, todos tomados de la mano… En nuestra organización de familiares de desaparecidos no somos ni ministerios públicos ni jueces ni mucho menos verdugos, y si en verdad este señor fuese inocente, somos incapaces de desearle mal… pero lo que no perdonamos y por lo que seguiremos luchando, es por la justicia negada a los nuestros; por el tiempo que les quitaron, por la tortura infame que han sufrido… "por todos los soles que les han robado".


No puede existir comparación posible entre lo vivido en las cárceles por este personaje y lo que hicieron a los nuestros. De ellos sabemos solamente lo que nos han narrado los que logramos liberar, que fue terrible y lo que vieron y escucharon que hacían a otros, a los que no hemos podido rescatar… Este señor nunca estuvo incomunicado ni fue torturado por los criminales bajo las órdenes, criminales también, de un Nazar Haro (más bien, un hijo de tan siniestro personaje fue de su "equipo de abogados") que le garantizaron el "amparo de la ley".


Con los nuestros, todo fue distinto. Echeverría violó todas las leyes y ordenó violarlas a todos sus secuaces, les dio "carta blanca" y lo que es peor: impunidad. Y qué decir de las "fuerzas armadas", el Ejército, ese ente calificado por Tolstoi como disolvente por la ociosidad en la que se desenvuelve, pero que Echeverría tuvo la capacidad de darle "obligaciones" ajenas a las que la Constitución enmarcaba… y aprendieron a sentirse orgullosos del uniforme, y de la bandera y de su "cercanía" al poder y se sintieron entonces atraídos por la violencia y el asesinato y luego también claro por la riqueza que su conducta ilícita les garantizaba… y empezó la historia de los crímenes de lesa humanidad de los que todos los ex presidentes de la República son responsables directos.


Todos estos abominables seres, servidores incondicionales de los encumbrados en un poder obtuso y criminal, están indeleblemente escritos en nuestra memoria, y tiempo más, tiempo menos, caerán no nos cabe duda víctimas de sus "errores" y empezará entonces el "crujir de huesos y el rechinar de dientes", pero no encontrarán salvación posible… Como aquella noche que recuperamos a Armando; como aquella vez que llamé a su madre para darle la buena nueva hasta la lejana Chihuahua, quisiera tener muchas… pero estos hombres monstruosos, estos seres del poder absoluto y perverso, sólo saben de engaños… pero llegará el día en que la alegría nos inundará. Cierto es que, como escribió Cesar Vallejo, "hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir…" porque cada día de la vida luchamos con esperanza y queremos repetir muchas veces hasta hacerlo verdad: "Quisiera hoy ser feliz".

viernes, junio 17, 2005

¿Dios los cría?

Para quienes tenemos más de 30 años luchando por justicia, lo que ha pasado en este país durante esas tres décadas ha significado una descomunal burla no sólo a nosotros, sino al pueblo entero de México y a los pueblos solidarios del mundo... y lo acontecido en los últimos días: el cinismo en su máxima expresión. Qué otra cosa si no se puede llamar a la desfachatez de los del más alto poder; cómo calificar al menosprecio a nuestra inteligencia que cotidianamente hacen los llamados "tres poderes" (con escasas honrosas excepciones).

¿Qué nombre darle a los tapujos de las "fiscalías especiales"? ¿Cómo calificar a la CNDH, que se ufana de su "atención a las víctimas"? ¿A cuáles, a quiénes? ¿Qué nombre darle al contubernio entre los Fox y los Salinas, a su vituperable alianza para liberar al "hermano mayor" del ex presidente que dejó a México en la ruina y que hoy ("pobrecito") no tiene con qué pagar la fianza de su mafioso fratello ?

¿Cómo calificar a jueces que "exoneran", sin más ni más, lo mismo al llamado "incómodo" personaje, que mandan a sus casas a los falsos "arraigos domiciliarios" a siniestros personajes como Miguel Nazar Haro? ¿Qué nombre darle a una PGR sabedora de que por las calles del DF transita a sus anchas cuando se le antoja, o viaja por el territorio nacional, el sempiterno prófugo Luis de la Barreda Moreno? ¿Qué nombre darle repito a una Procuraduría General de la República que nada hace contra los responsables de las desapariciones forzadas, cuyos nombres están en las innumerables denuncias que allí dejamos, a sabiendas de que el delito por ellos cometido es imprescriptible?

Estas y muchas otras preguntas nos hicimos las víctimas de tantas vejaciones, de tanto escarnio, de la sangrienta mofa que han hecho de nuestro reclamo de justicia todos los que han pasado por la Presidencia de la República y por las distintas dependencias del gobierno, de Luis Echeverría Álvarez para acá, incluido por supuesto el Ejército.

Eran el día y la hora de nuestra reunión semanal y hojeábamos revistas y periódicos, y leíamos y opinábamos y sugeríamos el "qué hacer" entre la maraña de injusticia, de burla, de invitaciones a foros, de declaraciones de acomodaticios, del insulto grotesco de las "indemnizaciones", de los chismes a que da lugar la "pareja presidencial" y de la nota de "ocho columnas" de la "inminente" liberación del tantas veces llamado "hermano incómodo". En esas notas enormes, prolijas en detalles, vimos el desfile de los nombres de su "equipo de abogados" y al leer el nombre del hijo de Nazar Haro, una de las "doñas" dijo: "Dios los cría y ellos se juntan"... Yo protesté. ¿Cómo es posible le dije que tú, creyente, católica practicante, creas que Dios los cría? Y le hablé de mis días de infancia, cuando una buena monja me "preparó" para la primera comunión y me habló de la bondad infinita de Dios, de un Dios que no toleraba el odio, de un Ser Supremo de dulcísima ternura que predicaba el amor... ¿A dónde mandas le pregunté el "no matarás" cuando piensas que Dios los ha hecho, los ha "criado" o tal vez creado?

¿Cómo es posible pensar en ese Dios todo bondad cuando hemos escuchado los testimonios de las torturas sufridas por tantos compañeros a manos de "Nazares", de Tanús y sus secuaces, de Quiroz y sus soldados, de Acosta, su compañero de andanzas, y de tantos otros que en los tenebrosos sótanos del Campo Militar Número 1 arrancaban alaridos de dolor a los nuestros, a los que lucharon por un mundo mejor para los desvalidos?

Y de pronto enmudecimos, todo quedó en silencio, cada quien con sus pensamientos y acumulando recuerdos... pero al poco rato, una a una fue alzando la voz, primero quedo, tímidamente, y después, en "un estremecimiento de orgullosa tristeza", todas luchábamos por hablar, por decir cada quien lo que tenía guardado dentro, lo que le quemaba las entrañas desde hacía mucho tiempo...

¿Cómo es posible que la Iglesia hable de ese Dios todo bondad si parece entenderse con los que simbolizan la antítesis de Jesucristo?

Y recordamos la enorme fotografía del papa Juan Pablo II dando a Pinochet la comunión. Y en la mente de todas y de cada una se revivió aquel recuerdo de la ceremonia en la que Corripio Ahumada entregó sables a los Caballeros del Santo Sepulcro y les instó a usarlos para proteger la religión (¿no matarás?)... y recordamos a prelados en animada charla con los represores, con el "chacal de San Jerónimo" y con muchos de los otros, depredadores de la patria, asesinos de indígenas, señores de la inmoralidad enhiesta... ¡Pobre Jesucristo!... ¡Cuánta infamia se ha cometido en tu nombre! Cuánto engaño, cuánta falsía... Hipócritas, se asustan de las tres negaciones de Pedro y ellos lo crucifican a diario.

Aquella monja buena que conocí en mi infancia habría muerto de pena ante tanto desdoro... Sí, los malos, los perversos se juntan y se han juntado durante todos los tiempos de la humanidad, pero habrá que preguntarse: ¿Dios los cría?

martes, junio 07, 2005

¡Fraude! ¡Fraude!

Mi hija mayor me invitó al concierto: más por complacerla y acompañarla, que por el deseo de estar en un evento como ese, acepté. Tres décadas atrás, la ilusión por escuchar música bella y voces privilegiadas me inflamaba el alma, me inundaba la mente y me anticipaba el gozo del futuro inmediato. Todos en la familia compartíamos la afición por aquella maravillosa forma de expresar los sentimientos que los genios de la música nos legaron y que los estudiosos aprendieron a interpretar y por ello supieron también transmitirnos penas y alegrías, dolor y júbilo, con palabras envueltas en notas de esplendor incomparable, de belleza sin igual, o volcadas en melodías, ora suaves, ora sonoras, que la disciplina incomparable de las orquestas sinfónicas o los solistas geniales nos han traído a través de los años.


Desde niña, allá cuando en Chihuahua tenía que dar vueltas a la manija de la "victrola" para escuchar la portentosa voz de Enrico Caruso, quien apasionadamente expresaba su pena por la fría, la gélida manecita de Mimí, o cuando se me llenaban los ojos párvulos de llanto con su aria de Tosca, la cual muchos años después fue la favorita de mi hijo Jesús… desde entonces, la música y sus cantos fueron habitantes naturales de mi ser, parásitos bienamados, criaturas maravillosas de inconmensurable esplendor que aún saturan mi espíritu hoy tan cargado de penas y, a la par que me dan gozo, me traen recuerdos tristes de los lejanos años de la felicidad perdida. En fin, decidí ir con mi hija María del Rosario al concierto llamado Los Tres Tenores, y que abriría lo que bautizaron como el Foro Universal de las Culturas 2007.


El nombre lo escogió según dicen el gobernador del estado de Nuevo León y la prensa se hace lenguas (valga la expresión) de la inventiva del señor González Parás y, "sobre todo", de lo que tan alta tarea involucra no sólo en el título, sino en lo que se pretende hacer con la "universalidad de la cultura", traída a esta tierra. Y en estos momentos se nos viene a la memoria precisamente por el tema el humor negro de Vasconcelos, quien, según cuentan, solía decir que en Monterrey se acababa la civilización y empezaba la carne asada… "Será el sereno", como decía mi padre, pero el hecho es que mal parado salió el gobierno de Nuevo León, pues aseguran no pocos sabía lo de la ausencia de Pavarotti y tuvo el mal tino de dejar la responsabilidad del importante evento en manos de "fraudulentos organizadores". Y la verdad sea dicha: aquello fue un caos descomunal. Aunque debe decirse, en aras de la justicia, que los únicos que cumplieron fueron los conductores de los autobuses que transportaban a la gente de los diversos estacionamientos al lugar del concierto. Atentos, caballerosos y pacientes, informaban a aquella avalancha humana que llenaba sus vehículos y se alejaba de prisa, no sin arrancarles la promesa de regresar por ellos una vez terminado el concierto… ¡Y llegaron puntuales! Adentro nada era seguro. Quienes se suponía podrían informar con veracidad se limitaban a expresar quedamente: "No sabría decirle"… La fila de acceso a las "tribunas" era de seis en fondo y "más adelante les dirán cómo dividirse", decían los más enterados.


De milagro o de chiripa llegamos a la sección nueve de los de color naranja (con asientos tapizados de rojo) ¿Daltonismo, acromatopsia… o eran para los de pensamientos rojos…? Allí nos tocaba y allí nos sentamos. Faltaban unos cuantos minutos para las nueve, en un concierto anunciado para las "20:00 horas" y escuchamos la voz de José Carreras. No lo podíamos ver porque el cruce incesante de personas frente a nosotros, de un lado a otro y viceversa, nos lo impedía… parecían enormes filas de hormigas arrieras, prontas a atacar porque la furia las cegaba… ¡Y con sobrada razón! Entre ellas había quienes habían pagado la friolera de 4 mil pesos y no podían acomodarse en sus lugares… "porque una tarima se desplomó"… ¡Ah, pero eso sí, el señor Fox y su "pareja presidencial", felices y contentos; él con el optimismo que le caracteriza y ella con sus faldas bien fajadas prodigaban sus sonrisas… ¡faltaba más!, mientras miles gritaban a todo pulmón: ¡fraude! ¡Fraude! Los cantantes se sentían como avergonzados y trataban de enmendar las fallas… y a fuerza de voluntad y de la maravilla de sus voces y sentimiento, lo lograron.


Cuando cantaba el joven mexicano yo cerraba los ojos para no ver la caricatura grotesca de Zapata que hizo y con algunas críticas que poco importan, le aplaudí. De los dos experimentados españoles sólo diré que "no sé hacer manzanas pero sí sé cuáles están maduras"… En la crónica del desastre casi dejo fuera el desastre mayor. ¿Cómo es que el gobierno del estado de Nuevo León se atreve a pensar en la "cultura universal" cuando en su entidad las escuelas públicas se están derrumbando, cuando los programas educativos van de mal en peor y cuando niños y jóvenes no logran expresarse con corrección? ¿Qué cultura va a aportar el gobierno de ese estado? Ese foro sólo será un fraude a la máxima potencia.