Comité Eureka

En este espacio se publican los artículos semanales de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité Eureka. Se obtienen del diario mexicano El Universal (todos los martes en la Primera Sección). Entre a la página www.eureka.org.mx para conocer la historia del Comité Eureka y los nombres de los desaparecidos por los gobiernos de México.

Mi foto
Nombre: Comité Eureka
Ubicación: Mexico

martes, febrero 07, 2006

¿Suave patria?

Pobre tierra nuestra, a la que el poeta llamó "suave patria" y a la que con "épica sordina" le dijo "impecable y diamantina"... Pobre, dura patria esta nuestra, mancillada, ultrajada, engañada, maltrecha... Cómo seguir pensando en tu suavidad, tierra mía, si la aspereza es tanta que lastima, que hiere, que punza...

El jerezano de verso bello y de eufónica palabrería, te soñó pura y diáfana cuando escribió: "Inaccesible al deshonor floreces"... Así te soñaba, así te veía: inasible para la mano del deshonor... Y no sólo era él quien así te creía, eran millones de mexicanos que sentían orgullo de serlo y amaban a su patria porque la imaginaban limpia, pura, transparente... y muchos otros poetas seguían cantando a la pureza y a la hermosura de esta tierra pródiga.

Hubo uno que dijo de ella: "La soñé toda mía, con su castor de pinos, con su zagalejo de amapolas, con el rebozo terciado de sus ríos, con el aliento perfumado de todas sus flores...", y agregaba: "Si yo fuera Dios, haría cristal su limo y fecundo su páramo, rozaría su maleza, le reventaría las ubres al golpe de la leche negra que da vigor al mundo, la preñaría de oro y la levantaría como una custodia en un altar para que todas las naciones la adorasen...".

Sueños de locos, dicen algunos vendepatrias que odian a los poetas, pero el pueblo, los miles y miles de seres que llenan esta tierra desde el río Bravo hasta el Suchiate y del océano Pacífico al golfo de México, saben soñar como los poetas y anhelan una patria suave y tierna, buena y dulce, impecable, pura, cristalina... bella y esplendorosa...

Pero qué tristeza tan enorme llena esas almas, cuando sienten que la aspereza los rodea por entero; cuando en vez del aliento antes perfumado de esta tierra, hoy se respira el hedor a sangre de tanta muerte; cuando los ríos arrastran la podredumbre de los desechos que manos irresponsables arrojan a sus aguas; cuando la falda de la patria, antes hecha de bosques de pinos y de maderas preciosas, hoy se ve llena de agujeros, como enormes tonsuras, que los caciques encumbrados otrora en el poder han talado sin piedad, voraces y ambiciosos, mientras los soldados protegen sus fechorías que han llegado hasta crímenes impunes...

Pobre patria soñada por el poeta con el pecho rebosante de esa "leche negra que da vigor al mundo", cuando la corrupción ha sentado sus reales en Pemex; cuando nunca se ha castigado a los saqueadores, a los rateros, a los que exprimen las arcas que esa "leche negra" ha hecho posible que se llenen. Pobre patria engañada por los ex presidentes mañosos, secuestradores de los colores de la bandera y por quien hoy, del partido de los colores "marianos", se atreve a hablar de transparencia en el ambiente turbio, sucio, oscuro, que su gobierno generó.

Pobre pueblo de esta tierra, de esta patria vilipendiada, por la obediencia rastrera de su gobierno a los designios del vecino malsano, abusivo y ensoberbecido... Pobre pueblo mexicano, en esta maltrecha patria, que soporta engaños, falsedad inmensa, hipocresía de charlatanes, cuyos discursos destilan demagogia...

Pobres a su vez, los bien intencionados que confían en que se podrá enderezar el rumbo, mientras los falsos amigos y compañeros, los modernos Judas, traman a sus espaldas el golpe bajo y se regodean en el pensamiento del beneficio que les darán las sucias monedas de la traición.

"El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo", le dijo López Velarde a la patria, a la "suave patria" en la que creía. Yo también creía ciegamente en ella. La veía desde mi niñez, siempre hermosa, con sonriente faz, transportada en refulgente carro dorado, tirado por cuatro pegasos... "Suave patria", cuánta desilusión he sufrido junto a mi pueblo; cuánta traición, cuánta puñalada por la espalda...

¡Ay Pípila, nos prestaras tu coraza! Al pobrecito del Niño Dios, también le jugaron mal. El maldito diablo, estoy segura que fue el que escrituró los veneros de petróleo, pero en lo del establo también metió la cola Luzbel; si no, cómo explicar la miseria en el campo, el engaño en el que año tras año los ex presidentes priístas envolvían a los pobres campesinos, mientras les arrebataban sus mejores tierras para dárselas a los ricos, o se las "expropiaban" a éstos a precio de oro en las postrimerías de sus sexenios, para "entregarlas" a los pobres, a sabiendas de que cuando tomara posesión el otro, se las volvería a arrebatar...

Y fue así como empezó el "éxodo", la salida de los pobres, la huida de este suelo,

a la tierra que nos fue robada tiempo ha, para hacer los trabajos que les sean impuestos y que les sean pagados al precio que los "buenos vecinos" les quieran dar.

¿Y la justicia? También por allí se sintieron los pasos quemantes de Lucifer. ¿Cómo no pensarlo, si jueces, magistrados y "ministros supremos" (con pocas honrosas excepciones) inclinan reverentes sus testas ante los poderosos, ante los que tienen las arcas llenas, ante quienes pueden comprarlos? ¿Por qué no inclinan la balanza de la justicia hacia los más desvalidos? ¿No querrán, aquellos a los que el ocaso acosa, terminar sus días con honor, con apego a esa justicia a la que dicen servir?

¡Ay, Ramón López Velarde, cuánto ultraje ha sufrido tu "suave patria"! Cuánto me gustaría que estuvieras aquí, para que lucharas junto a tu pueblo, junto a mí, junto a todos los que sufrimos, pero que como tú, aún podemos sentir a la patria con suavidad de pétalo de rosa y lucharemos -como lo hicieron nuestros hijos y compañeros- por verla de nuevo "impecable y diamantina"