Comité Eureka

En este espacio se publican los artículos semanales de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité Eureka. Se obtienen del diario mexicano El Universal (todos los martes en la Primera Sección). Entre a la página www.eureka.org.mx para conocer la historia del Comité Eureka y los nombres de los desaparecidos por los gobiernos de México.

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Nombre: Comité Eureka
Ubicación: Mexico

martes, abril 18, 2006

Valiosos hijos dignos

Leí ayer en "El Correo Ilustrado" de La Jornada, y en una copia que conservaré como un tesoro, una carta bellísima de dos jóvenes (mujer y varón) a quienes quiero entrañablemente. Son hijos de dos bravías mujeres, a las que quiero igual que a sus hijos. Al momento de leer la carta, se vino a mi mente aquel abril en el que tuvimos que empezar a contar a los desaparecidos, ya no por años, como solíamos hacerlo desde que iniciamos la lucha por sus vidas y por su libertad, sino por meses, porque la horrenda "Brigada Blanca", desatada y feroz, dejaba su huella por todo el territorio nacional, siempre protegida por la impunidad que le daba el mal gobierno.

"Los desaparecidos del mes de abril", era el título del volante que repartíamos en plazas, calles, mercados, escuelas, colonias populares, iglesias y cuantos lugares considerábamos que serían receptivos a nuestro reclamo y los rostros como azorados de fotografías de credenciales, de todos los jóvenes secuestrados en ese mes, ilustraban la terrible situación que se vivía en el país. Y eso que era presidente de la República aquel señor de "esbelta y recia figura", descrito en muchos países como un "intelectual de altos vuelos", por aquel su célebre libro relacionado con Quetzalcóatl: José López Portillo era su nombre y ni la muerte lo libera de la responsabilidad de las atrocidades que se cometieron durante su mandato.

Él tuvo en sus manos la oportunidad incomparable de pasar a la Historia como un buen presidente de la República y la desechó, se conformó con otorgar una "amnistía" a cuentagotas, aconsejado por su secretario de Gobernación, Jesús Reyes-Heroles, que urdía ya "reforma política", que sería imposible con las cárceles llenas de presos políticos. ¿y los desaparecidos? ¡Bah! Esos están bien guardados en campos militares y bases navales. con las complicidades de los secretarios de Defensa y Marina. ¿a quienes les importaría su suerte, de no ser a unos cuantos familiares? ¡Pobres ilusos que no han aprendido que "contra el gobierno no se puede"! Tales parecían ser los razonamientos de quienes integraban el mal gobierno.

Pero esos "cuantos familiares" seguíamos, seguimos y seguiremos luchando, pues fue gracias a esa lucha que rescatamos a Elda Nevárez y a Laura Gaytán, junto a todos los "desaparecidos del mes de abril". de aquel abril de l979.

La carta de esos dos "hijos dignos" tiene que ver con el aniversario de la muerte de sus padres, Elín Santiago y José Luis Martínez. Ellos llegaban a una casa en Torreón, Coahuila, y allí cerca, agazapada, los esperaba la Brigada Blanca, que los asesinó y se llevó a cuantas personas habitaban el domicilio. Ellos eran parte de los "desaparecidos del mes de abril".

Jamás se levantó acta alguna sobre aquel crimen. Cuatro meses después, cuando Elda y Laura fueron liberadas de su ilegal cautiverio en el Campo Militar Número Uno, acudieron al Semefo (Servicio Médico Forense) a recoger los cadáveres de sus esposos. Platican con dolor que estaban los cadáveres en aquel lugar: envueltos en lonas del Ejército mexicano, en visible estado de descomposición, amontonados en gavetas o sobre el piso, sin refrigeración, y allí sí, levantaron acta para entregarles los cuerpos, no sin que el director del centro las "amonestase" por ser quienes eran (guerrilleras), y porque le confesaron que acababan de ser liberadas del citado campo militar.

Elín Santiago fue sepultado en Chiapas y José Luis Martínez en Guerrero. Ambos, hombres que con valor y entrega, que luchaban por su pueblo, darían a éste. valiosos hijos dignos.

Soles robados

Las tengo tan presentes; habitan en mi memoria... porque ya se fueron para siempre. Murieron sin poder ver de nuevo a sus hijos.

El encargo postrero fue que los encontráramos, que no diéramos tregua en la lucha hasta verlos en libertad y que en su nombre les diéramos el abrazo que ellas por mucho tiempo anhelaron...

Sus rostros desfilan por mi mente, a veces, en el usufructo efímero de su risa y siempre en la plena posesión de su llanto inagotable. Ellas ya no pueden vernos, pero sentimos que partieron sabiendo que su afán era el nuestro y que sus hijos son también de nosotros... las que quedamos.

En este mes esplendoroso, en estos días de abril, cercanos al aniversario de aquel aciago atardecer que ensombreció mi vida, aquel 18 de abril de 1975, cuando el mal gobierno se llevó a mi hijo, siento más cercano el recuerdo de mis compañeras muertas y a solas les digo, aunque no puedan escucharme, que sigo y seguiremos en esta desigual batalla, con la firmeza monolítica que hemos formado con nuestro dolor y seguras de que tenemos razón.

Hago repaso y veo a cada una con la efigie de su hijo en el pecho o apretando con sus manos una manta, o alzando una pancarta o afanosas repartiendo volantes y siempre lanzando al viento, todas ellas a coro, el grito lleno de esperanza, sonoro, fuerte, rotundo: ¡vivos los llevaron, vivos los queremos!

Que hermoso salto fue aquel, cuando de la lucha personal, de la búsqueda de justicia que cada una emprendimos, al encontrarnos, al juntar nuestra pena, saltamos al sentir colectivo, a la amalgama de ideas y de acciones, todas con la intención inequívoca de que la lucha sería por la libertad de todos... y sentimos la fuerza de ser enjambre...

Para llegar a ello, hubo un largo camino que recorrer, porque había aún en cada una el egoísmo natural -llamémoslo así- de recuperar al ser querido propio, que poco a poco, al acercarnos a conocer cada una las vidas de todas y la forma de ser de nuestros hijos, la lucha se hizo plural, colectiva, como lo hubieran querido ellos...

Fue muy duro aquel tiempo. Nos colábamos en las manifestaciones que organizaban obreros, campesinos, maestros, estudiantes o colonos inconformes y no éramos vistas con buenos ojos. Nos hacían el vacío, porque éramos "las madres de los subversivos", pero poco a poco también iniciamos aquella lucha colectiva entre todos ellos y nosotros.

No faltó en nuestro grupo quien se molestara por la actitud discriminatoria de los compañeros. Recuerdo en especial el celo de una madre que se enojó conmigo porque le pedí a unos jóvenes que nos ayudaran a llevar nuestra enorme manta con las fotografías de los desaparecidos.

Al final de la marcha nos reunimos todas a discutir la diferencia de criterios: unas pocas, decían que sólo nosotros podríamos llevar nuestras mantas y la mayoría, que aceptáramos a todos los que quisieran apoyarnos, porque cuando la exigencia de libertad para los desaparecidos creciera, los recuperaríamos.

El tiempo nos daría la razón, porque un par de años después llegó la era de oro de la lucha, con el Frente Nacional Contra la Represión (FRNR), cuando 54 organizaciones unimos nuestra fuerza y logramos que liberaran a 148 desaparecidos. Luminosos días aquellos cuando contemplamos los reencuentros...

Mientras los veíamos, no dejábamos de rememorar aquellas palabras leídas en un viejo periódico de Colombia, pensadas y escritas por algún desaparecido imaginando su libertad:

"Saldrás de cualquier lugar en cualquier parte, a recibirme y abrazarme y recuperaré en ese abrazo todos los soles que me han robado".

¡No más mentiras!

Muchos sucesos recientes me hicieron recordar una antigua tirilla cómica que solía hacerme reír en tiempos no tan duros para mí, ni para muchos millones de mexicanos que hoy "sufrimos la pena negra". La historieta se llamaba El extraño mundo de Subuso, y en ella se narraba, con bien hechos dibujos, la vida cotidiana de aquel personaje miope a más no dar, que veía el mundo según lo imaginaba su bondadoso cacumen. Hace algún tiempo, en este mismo espacio, recuerdo haberlo descrito. Era chaparrito, siempre enfundado en amplio gabán, cubierta la testa con una descomunal cachucha, pero lo que daba fuerza al "mundo" interior y "extraño" de Subuso eran las enormes y gruesas gafas que mal se acomodaban en su nariz y a través de las cuales, veía... ¡lo que quería ver!

Para fortuna suya y de quienes leíamos aquellos inocentes relatos, todo estaba inclinado al bien, a la buena voluntad, a las buenas acciones y a los buenos pensamientos. Algunas veces el colofón de la historieta era la idea de que tendríamos felicidad a raudales, si todos los que habitamos el planeta Tierra fuésemos como Subuso. ¡Lástima, no hay tantos Subusos en el mundo!

Por el contrario, los que abundan son los "miopes" de conveniencia, los "miopes" malvados y por añadidura sordos, que ni ven ni oyen los reclamos y las exigencias de un pueblo harto de su cinismo y de su perversidad... y hasta se atreven a corroborarlo, díganlo si no las palabras de uno de ellos: "Ni los veo, ni los oigo". Aparte, hay otros que en su ceguera dicen "ver" los avances de su gobierno, la bondad de sus acciones y los logros que han alcanzado... ¡pobres personajes de ópera bufa, que lo más que "logran" es que el pueblo ría por lo gastoso en engañifas y cursilería de sus discursos!

Solamente que el pueblo mexicano cada vez ríe menos de su altanería y de la estulticia que los viste. La miseria y el hambre, tentáculos de la injusticia, que oprimen al pueblo, han borrado la risa, la han tornado en una mueca que denota pena y rencor, dolor y ansia extrema de libertad... Millones de mexicanos ahitos del banquete de ignominia que nos han ofrecido durante muchos sexenios exigimos respeto a nuestra dignidad. No es posible ya seguir soportando la desvergüenza y el descaro de los gobernantes, y para muestra vaya la siguiente "anécdota", brillantísimo "razonamiento" que, según quien me lo narró, proviene de algún non plus ultra de la Procuraduría General de la República... (Perdóname Júpiter, tus columnas no sufrirán menoscabo alguno).

Pues bien, va la anécdota: dudo que haya quien, que al pasar por Reforma a la altura de la PGR, no haya visto en la acera de ésta, justo junto a las puertas giratorias de la dependencia, dos modestas tiendas de campaña, un toldo, una mesa y unas sillas, y delante de ellas, como estandarte de orgullo y dignidad, una manta con la efigie sonriente de un joven, Alejandro Martínez Dueñas, secuestrado en Colima y desaparecido en este sexenio del foxismo. Su hermana Diana inició la protesta hace ya más de ocho meses y a ella se sumaron su señora madre, hermanos y otros familiares. Algún "periodista" guasón tuvo la puntada de escribir acerca de la "escasez de vivienda", para afirmar que Diana y su familia eran "posesionarios" de ese espacio de piso (¡ah que la "fina ironía"!)... Pero lo que no tiene perdón son las palabras de un non pelustra de la PGR, que a pregunta sobre el "plantón" de Diana y su familia en ese lugar, dijo orondo, "mondo y lirondo", que la PGR "actuaba conforme a derecho", que no los desalojaba porque era parte del respeto que allí (PGR) tienen a la libertad de expresión... ¡Válgame Dios! -dijo una de nuestras "doñas"- habráse visto tamaño descaro, y con un asomo vertiginoso al pasado agregó: "¿Qué dirían cuando nos encadenamos en las rejas de la Secretaría de Gobernación allá por los 80, o cuando allí dentro de la tétrica casona iniciamos una huelga de hambre en el Salón Juárez, qué dirían, cómo calificarían esas acciones los "caras de palo" del PRI? No sabemos, de lo que estamos seguras, es de la capacidad de simulación de todos los que estaban en los distintos sexenios que deshonraron los colores de la Bandera, en especial en esa secretaría y en la PGR... y ¡claro!, en la Presidencia de la República.

Qué pensaría Vicente Fox cuando aquella tarde que "concedió audiencia al Comité ¡Eureka!", antes de hablar de nuestro medio millar de desaparecidos, le señalamos a Diana Martínez Dueñas y le dijimos: "Señor Presidente, el hermano de esta mujer es un desaparecido de su sexenio. ¡Empiece por allí! Ni empezó, ni acabó cosa alguna. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, que heredó de Salinas de Gortari, es un exceso para el erario, sin justificación alguna y su "Fiscalía Especial... del pasado" es un reverendo fraude.

Pregunto a casi 31 años que he vivido exigiendo justicia: ¿no hemos sufrido durante tanto tiempo afrentas, oprobio, infamia sin medida? ¿Cuánto más vamos a soportar? ¿Vamos a olvidar la "vieja lágrima" que ha caído gota a gota durante siglos, desgarrando las entrañas de nuestra raza? ¿Hasta cuándo callaremos ante el escarnio? ¿Qué haremos para desterrar la burla?... ¡Luchemos, luchemos juntos! ¡Arranquémosles la máscara grotesca con la que cubren su rostro infame y mendaz! Gritemos a coro: ¡No más mentira, no más simulación, muera la falsía! Que el diablo se lleve sus palabras y que ellos les hagan compañía... ¡Qué descaro! ¿Libertad de expresión?

Un rostro perverso

Se me alborotaron los recuerdos; un sorbo de amargura me cayó al alma. Leía una nota sobre el golpe militar que hace 30 años sufrió el pueblo de Argentina y pensé en las amigas -casi hermanas- Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Pensé en su dolor, tan parecido al nuestro y al de tantas mujeres de esta América que deseamos "nuestra" y que los malos gobiernos, llámense dictaduras militares o "gobiernos constitucionales", nos han arrebatado, así como nos arrebataron a nuestros seres queridos, a nuestros hijos, esposos, hermanos, padres, compañeros todos... La nota se refería al gobierno del presidente Kirchner y decía que "es un ejemplo a los gobiernos de que se puede construir la democracia con verdad y con justicia, no con olvido y perdón a crímenes aberrantes".

Pensé entonces en las Madres y las Abuelas, que dejaron las huellas de sus pasos en esa ya famosa Plaza de Mayo, llevando sobre sus cabezas la dignidad entera del pueblo argentino en sus pañuelos blancos, que eran el símbolo de los pañales de sus hijos, que se atrevieron a luchar contra los aviesos designios de los usurpadores de la soberanía de un pueblo.

Casi todo el mapa de esta "nuestra América", como la llamaba amorosamente el apóstol cubano, sufrió los embates siniestros de los malos gobiernos. Los ejércitos de todos los países se ensuciaron, se mancharon, como el nuestro, el mexicano, al permitir que los llamados "comandantes supremos de las Fuerzas Armadas", los presidentes de este país, les dieran órdenes contrarias a la Constitución y al Código de Justicia Militar, órdenes que no estaban obligados a obedecer.

Recordé todo lo que hemos vivido en esta América, desde el río Bravo hasta la Patagonia, casi todos los pueblos de esta dolorida tierra... y me estrujó el alma el recuerdo de la doble fachada del gobierno mexicano, cuando leí en la misma nota a la que me he referido, lo expresado por el embajador de Argentina en México, señor Jorge Yoma: "México es un ejemplo de lo que significa dar asilo a los perseguidos políticos de todo el mundo". ¡Ay!

Duele el engaño, porque fuera de la honrosa excepción del general Lázaro Cárdenas, todos los demás ex presidentes han sido, cada uno de ellos, algo así como un moderno retrato de Dorian Gray, de inaudita belleza hacia fuera y mostrando su rostro perverso, purulento de maldad hacia su pueblo, díganlo si no, los campos militares y las bases navales a cuyas celdas clandestinas, y por ende ilegales, iban a parar los cuerpos maltrechos de nuestros desaparecidos, después de haber sido torturados por grupos policiacos y militares anticonstitucionales, como la terrible Dirección Federal de Seguridad y la Brigada Blanca, que nada tenían que "envidiar" a los métodos utilizados por la Triple A, la DINA, los kaibiles y todos los demás cuerpos criminales que asolaron a nuestra tierra y sembraron el terror en ella...

El ejemplo más siniestro fue el de Luis Echeverría, que con sus hipócritas actitudes engañaba a los pueblos de todo el mundo. ¿Cómo imaginar que quien asilaba a chilenos, argentinos, uruguayos y demás habitantes de los doloridos pueblos del llamado cono sur y de Centroamérica, sería a su vez un criminal de la misma talla que los dictadores de aquellos confines? En mis dolorosas remembranzas, llegué al día en que tanto soñamos las mexicanas agrupadas en el Comité pro defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos de México. Nos invitaron desde Venezuela a formar un organismo latinoamericano de lucha por los 90 mil desaparecidos de nuestra parte del continente... "que aún habla en español", como dijo Rubén Darío, "la más alta cumbre lírica de América Latina".

Llenas de gozo viajamos a Costa Rica, en donde tendría lugar la reunión que daría forma a la federación (que eso sería lo que se pretendía formar) de familiares de esos 90 mil seres ayunos de derechos, cuyos destinos ignorábamos, pero que constituían el motor de una lucha continental que se impulsaba por el amor de quienes llorábamos sus ausencias, pero también porque conocíamos el derecho que nos asistía; porque con las leyes en las manos, enfrentábamos a los que, habiendo jurado, como máximas autoridades de los países, cumplir y hacer cumplir la Constitución, no sólo la habían violado, sino que instauraron el terrorismo de Estado... y todavía tuvieron el descaro de llamar terroristas a nuestros seres queridos, en su afán desvergonzado de verse impolutamente limpios.

Llegar a Costa Rica e iniciarse nuestro calvario fue todo uno. Pesaba la fuerza de un exilio recibido con bombo y platillo en México. Las fuerzas del régimen priísta hacían valer su poder en medios de comunicación diversos y no dudamos que quisieran intimidar a quienes habían sido "beneficiados" por la "buena voluntad del gobierno mexicano que les abrió sus puertas"...

Sentimos frío, un frío que lastimaba en aquellas reuniones preliminares a la formación del organismo plural que se pretendía hacer... pero entre aquel silencio helado que quedó tras la discusión de admitirnos o no, sentimos el calor del cariño de todas aquellas hermanas latinoamericanas que dijeron sí a nuestra inclusión y no puedo olvidar las palabras de Laura Bonaparte, de Argentina, que dijo a voz en cuello: "El dolor de las madres mexicanas es igual al nuestro y no cambio mi dignidad por un asilo político". El estruendo de los aplausos rubricó aquellas palabras, que inundaron de gozo nuestras almas, antes tristes y dolidas... ¡Nunca más fuimos desde entonces, en esta nuestra América, lo que habíamos sido antes: "El patito feo".

¡Agua, agua...!

A penas tenía seis años cuando pude ver la belleza del agua en todo su esplendor. Vivíamos en Chihuahua y mi padre me llevó a conocer el salto de Basaseachic, la límpida cascada que se lanza desde 311 metros de altura, tras serpentear en un cauce de rocas basálticas "casi cortadas a pico".

Dicen los que saben, que es una de las caídas de agua más grandes del mundo. Pienso que lo de grande se le atribuye por la altura, porque cataratas hay en el mundo con torrentes anchísimos, como el Niágara o el Iguazú, ésta con 70 metros de altura y la otra con apenas 47... pero nuestro Basaseachic toca el cielo, y su hermosa agua cristalina se viste con los colores del iris cuando la besan los rayos del sol en su largo y sonoro descenso.

Sobra decir que un asombro enorme se aposentó en mi mente, y que el recuerdo imborrable de tan grande belleza lo conservo vivo y fresco como las gotas que aquel día vi saltar y brillar muy cerca de mí... Mi buen padre, al verme tan llena de gozo, tomo una fotografía que tuvo que imprimirse en dos partes y que aún conservo. La pobre, pálida y desteñida, contrasta con la imagen policroma que guardo en mi memoria... pero ambas están presentes con el recuerdo de mi amado padre que tanta dicha supo darme.

En los tórridos veranos norteños, los niños de aquellos años siempre estuvimos en contacto continuo con "la hermana agua". Salíamos corriendo de la escuela para ir a bañarnos a los ríos y los arroyos que se encontraban apenas dejando los linderos de la ciudad o en municipios aledaños. ¡Cuánta alegría!, ¡qué enorme jocundia!, ¡qué júbilo inmenso!, saltar en fila, uno tras otro, toda la "primada" desde una peña, a las aguas cristalinas que corrían diáfanas y libres, como lo eran también nuestras párvulas almas.

Todos estos recuerdos, y muchos más, de tiempos no tan lejanos, se asomaron a mi memoria por todo este ruido estrepitoso que se escucha por la falta de agua o -mejor es decirlo- por el injusto reparto que de ella se hace y porque cada día se ha ido agotando.

Una tristeza muy grande da ver algunos lagos convertidos en planicies desérticas o en nauseabundas charcas o pantanos en los que los desechos y la basura, los han convertido.

Duele saber que miles de peces mueren por la contaminación tóxica que invade las corrientes en las que vivían, y que esas aguas se tornan veneno para los humanos, que puede causarles daño terrible si las beben o enfermar su piel entera si se bañan en ellas.

Indigna ver en las barriadas pobres, en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, a mujeres y niños acarreando agua con gran esfuerzo o recibir frente a sus chozas agua traída de quién sabe dónde en "pipas", que les es vendida a precios que mal pueden pagar, mientras en las colonias ricas, en los "barrios residenciales", los surtidores vierten el preciado líquido todo el día, aun a pleno sol, para conservar el verdor del pasto y los setos florecidos... Y por si esto fuera poco, en las "cocheras" de dichas casas, es cosa común ver a los empleados lavar los carros de sus patrones "a manguerazo limpio", pero tal vez pensando en el despilfarro que les ordenaron hacer de esa agua que en sus humildes casas hace tanta falta...

¡Ah! ¿Y no han visto por allí los amables lectores esas "cosas" que se llaman spa para autos? Los ricos hasta a sus "pobrecitos" automóviles de marcas carísimas quieren tratar con inmenso cariño, mientras las vidas de los pobres nada les significan... y eso que van a misa los domingos y "fiestas de guardar", y se dan "golpes de pecho" y comulgan, ¡faltaba más!

¿Y las refresqueras pagan el precio de las enormes cantidades de agua que utilizan? ¿Y las embotelladoras que venden a precios exorbitantes esa agua que debería ser de todos, que es de todos, como todo lo que la naturaleza provee? Esas embotelladoras que meten nuestra agua en envases de plástico, con nombres extranjeros o "celestiales" o de santos, ¿pagarán lo justo?

¿Por qué no hacer potable el torrente entero de agua del suministro para toda la población a la par que se hace llegar a todas partes? ¡Eso sería lo justo!

¡Ah! Y me faltaban las cervecerías, esas fabricotas enormes que han hecho millonarios a muchos de los que están pendientes de investigación de Fobaproa. ¿Habrán pagado lo justo por las cataratas de agua que les son necesarias para su "mexicana alegría" y sus "coronas" sin reyes y todo su ambarino líquido que pugna por hacer machos a más de cuatro? Pienso que no, que por allí ha habido mucha condescendencia de parte de los gobiernos, porque recuerdo que hace algunos años la Cervecería Cuauhtémoc pagaba de impuestos... ¡lo que pagaba una cantina!... Ojalá que el fisco (aunque lo dudo) haya cambiado de parecer.

En fin, aunque no sea este el fin, porque falta mucho por decir y sobre todo por hacer. Hay que luchar por que esa belleza de líquido al que siempre me gusta llamar "la hermana agua" (tal vez porque soy Piscis) sea como debe ser, de todos, porque es parte de la Tierra, la que también debe ser de todos sus habitantes, de todas las razas y colores...

También es preciso luchar por que las diferencias económicas no sean de los tamaños de los que hoy son y de los que por siglos han sido. Es necesario repetir hasta la saciedad: las fábricas pueden funcionar sin los patrones, pero nunca se moverán sin los obreros. Y así, todo lo demás... Luchemos por un mundo y por un país justos, en donde los niños no mueran de sed diciendo: ¡agua, agua!

Las palabras de Salinas

Tenía frente a mí los periódicos del día que acababa de leer y quedé perpleja. Algo que no atino a describir me dejó sin habla, sin movimiento y casi puedo decir que sin facultad alguna para pensar. ¿Qué país es este? Fue la primera pregunta que inundó mi cerebro y me sacó de esa especie de marasmo en el que me encontraba. ¿Cómo se atreve? ¡Qué enorme dosis de cinismo acumulado en una sola persona! ¡Pobre pueblo mío! Releí la cita: "La democracia debe ir adelante, pero con respeto al régimen de derecho y a la ley, o se convertirá en un instrumento de caudillos". Tales fueron las palabras de Carlos Salinas de Gortari que destacó la prensa y que constituyen un insulto para el pueblo de México.

La nota provenía de Massachussets, del afamado MIT, instituto que albergó en sus aulas nada menos que a Noam Chomsky, quien al igual que nosotros debió sentir náusea por la presencia allí del ex presidente de México, "invitado" para hablar ante "200 estudiantes", pero a decir verdad, para que nos llegaran las cínicas palabras con su mensaje siniestro: ¡aún tengo el poder!

¿Cómo se atreve a hablar de democracia, estado de derecho y ley? ¿Quién recomendó que invitaran al asaltante que usurpó la Presidencia de la República mediante un sui géneris "golpe de Estado", al que en singular eufemismo se le denominó fraude? ¿Qué intereses se mueven en esta "invitación" al principal depredador del patrimonio nacional? ¿Qué no saben lo que hizo, a dónde fue a parar todo lo privatizado? ¡Todo fue para él, para sus amigos y prestanombres a su servicio, incondicionales en sus trapacerías! La banca, la televisión, la telefonía, la industria minera. el límite de espacio impide que quepa toda la infamia de ese sexenio. porque hay mucho que decir de este individuo, "el mayor fraudulento de la ley", que se burló de la Constitución "con reformas a leyes secundarias" en beneficio de sus oscuros intereses. ¡Qué desvergüenza, cuánta desfachatez el querer erigirse en adalid de la democracia y del respeto al estado de derecho!

¡Qué barbaridad! No sé por qué el pueblo ha seguido permitiendo tamaña burla de quien ha cometido la más terrible carnicería constitucional de cuantas hayan sido, después del 17, al derogar o modificar artículos que se pagaron con sangre, en la defensa del ejido, la matriz territorial o la separación Iglesia-Estado, que tanto costó a Benito Juárez en 1854. Y tantos otros, algunos ya mencionados, que degeneraron en tragedia, porque no es otra cosa el asesinato colectivo de 65 mineros, que tiene su origen en la privatización de la minería, cuando Carlos Salinas entregó inermes a todos los mineros de los lugares privatizados.

¿Cómo se atreve a hablar este multiasesino del patrimonio nacional, al que "castigó y comprometió" para obtener impunidad (de la que hasta hoy disfruta), al firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC), que subordina no sólo la economía, dentro de la asimetría que en pesos y dólares ello significa, sino "geo estratégicamente", como consta en un memorándum de quien fuera embajador de Estados Unidos durante el salinato, John Dimitri Negroponte, actual coordinador de todas las llamadas agencias de inteligencia, con la misma visión con la que desempeñó su cargo de embajador en Irak (ya ocupado). o en la ONU, en plena invasión de Afganistán, o como antes, en Honduras, desde donde operó aquel escándalo Irán-Contras. o como en México, del cual hoy habla con comentarios "ofensivos e injerencistas", coincidentes con los del "virus letal", Salinas de Gortari, más que nombrable, pues si los médicos se negaran a llamar por su nombre a los gérmenes patógenos, a los virus letales, en unos días moriría la humanidad entera.

Cinismo inaudito manifestar respeto a la ley, en labios de quien ha sido señalado reiteradamente, como "el primer capo del narco-Estado mexicano". cual aparece en diversas averiguaciones de distintos países. "Respeto al régimen de derecho y a la ley mexicana" dicho por Carlos Salinas de Gortari, es -como ha dicho alguien- "el equivalente a una hiena en su orgía depredadora, exigiendo a sus adversarios impolutos manteles blancos, mientras ríe como los hombres". Pero habría que agregar: con risa perversa, no como la risa alegre y diáfana del pueblo pobre de México.

Invitar a este individuo al famoso Instituto de Massachussets -ha dicho alguien- "es el equivalente a invitar a Ed Gein, con su aparente carácter inofensivo." Esta apretada síntesis fundamenta lo suficiente no sólo el daño ni las características más agresivas de Salinas de Gortari, pero no alcanzan a manifestar la indignación que sentimos cientos de miles de mexicanos frente a este más que nombrable espécimen. Alcanzan a expresar esto, las palabras que a continuación transcribo:

"Aquí estás. Triste párpado, estiércol de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres, oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra, oh maldecida palidez de sombra (.) maldito, que sólo lo humano te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas, no te consumas, que no te pierdas en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo ni la feroz espuma. Solo, solo, para las lágrimas todas reunidas, para una eternidad de manos muertas y ojos podridos, solo en una cueva de tu infierno, comiendo silencioso pus y sangre por una eternidad maldita y sola."

No son mías estas palabras, líbreseme de pensarlo siquiera, pero las hago mías como si lo fueran, porque no sé de otras que sepan describir como éstas, a quien tanto dañó a mi patria dolorida y a mi pueblo. Gracias Pablo Neruda.