Comité Eureka

En este espacio se publican los artículos semanales de Rosario Ibarra de Piedra, del Comité Eureka. Se obtienen del diario mexicano El Universal (todos los martes en la Primera Sección). Entre a la página www.eureka.org.mx para conocer la historia del Comité Eureka y los nombres de los desaparecidos por los gobiernos de México.

Mi foto
Nombre: Comité Eureka
Ubicación: Mexico

martes, abril 18, 2006

¡Agua, agua...!

A penas tenía seis años cuando pude ver la belleza del agua en todo su esplendor. Vivíamos en Chihuahua y mi padre me llevó a conocer el salto de Basaseachic, la límpida cascada que se lanza desde 311 metros de altura, tras serpentear en un cauce de rocas basálticas "casi cortadas a pico".

Dicen los que saben, que es una de las caídas de agua más grandes del mundo. Pienso que lo de grande se le atribuye por la altura, porque cataratas hay en el mundo con torrentes anchísimos, como el Niágara o el Iguazú, ésta con 70 metros de altura y la otra con apenas 47... pero nuestro Basaseachic toca el cielo, y su hermosa agua cristalina se viste con los colores del iris cuando la besan los rayos del sol en su largo y sonoro descenso.

Sobra decir que un asombro enorme se aposentó en mi mente, y que el recuerdo imborrable de tan grande belleza lo conservo vivo y fresco como las gotas que aquel día vi saltar y brillar muy cerca de mí... Mi buen padre, al verme tan llena de gozo, tomo una fotografía que tuvo que imprimirse en dos partes y que aún conservo. La pobre, pálida y desteñida, contrasta con la imagen policroma que guardo en mi memoria... pero ambas están presentes con el recuerdo de mi amado padre que tanta dicha supo darme.

En los tórridos veranos norteños, los niños de aquellos años siempre estuvimos en contacto continuo con "la hermana agua". Salíamos corriendo de la escuela para ir a bañarnos a los ríos y los arroyos que se encontraban apenas dejando los linderos de la ciudad o en municipios aledaños. ¡Cuánta alegría!, ¡qué enorme jocundia!, ¡qué júbilo inmenso!, saltar en fila, uno tras otro, toda la "primada" desde una peña, a las aguas cristalinas que corrían diáfanas y libres, como lo eran también nuestras párvulas almas.

Todos estos recuerdos, y muchos más, de tiempos no tan lejanos, se asomaron a mi memoria por todo este ruido estrepitoso que se escucha por la falta de agua o -mejor es decirlo- por el injusto reparto que de ella se hace y porque cada día se ha ido agotando.

Una tristeza muy grande da ver algunos lagos convertidos en planicies desérticas o en nauseabundas charcas o pantanos en los que los desechos y la basura, los han convertido.

Duele saber que miles de peces mueren por la contaminación tóxica que invade las corrientes en las que vivían, y que esas aguas se tornan veneno para los humanos, que puede causarles daño terrible si las beben o enfermar su piel entera si se bañan en ellas.

Indigna ver en las barriadas pobres, en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, a mujeres y niños acarreando agua con gran esfuerzo o recibir frente a sus chozas agua traída de quién sabe dónde en "pipas", que les es vendida a precios que mal pueden pagar, mientras en las colonias ricas, en los "barrios residenciales", los surtidores vierten el preciado líquido todo el día, aun a pleno sol, para conservar el verdor del pasto y los setos florecidos... Y por si esto fuera poco, en las "cocheras" de dichas casas, es cosa común ver a los empleados lavar los carros de sus patrones "a manguerazo limpio", pero tal vez pensando en el despilfarro que les ordenaron hacer de esa agua que en sus humildes casas hace tanta falta...

¡Ah! ¿Y no han visto por allí los amables lectores esas "cosas" que se llaman spa para autos? Los ricos hasta a sus "pobrecitos" automóviles de marcas carísimas quieren tratar con inmenso cariño, mientras las vidas de los pobres nada les significan... y eso que van a misa los domingos y "fiestas de guardar", y se dan "golpes de pecho" y comulgan, ¡faltaba más!

¿Y las refresqueras pagan el precio de las enormes cantidades de agua que utilizan? ¿Y las embotelladoras que venden a precios exorbitantes esa agua que debería ser de todos, que es de todos, como todo lo que la naturaleza provee? Esas embotelladoras que meten nuestra agua en envases de plástico, con nombres extranjeros o "celestiales" o de santos, ¿pagarán lo justo?

¿Por qué no hacer potable el torrente entero de agua del suministro para toda la población a la par que se hace llegar a todas partes? ¡Eso sería lo justo!

¡Ah! Y me faltaban las cervecerías, esas fabricotas enormes que han hecho millonarios a muchos de los que están pendientes de investigación de Fobaproa. ¿Habrán pagado lo justo por las cataratas de agua que les son necesarias para su "mexicana alegría" y sus "coronas" sin reyes y todo su ambarino líquido que pugna por hacer machos a más de cuatro? Pienso que no, que por allí ha habido mucha condescendencia de parte de los gobiernos, porque recuerdo que hace algunos años la Cervecería Cuauhtémoc pagaba de impuestos... ¡lo que pagaba una cantina!... Ojalá que el fisco (aunque lo dudo) haya cambiado de parecer.

En fin, aunque no sea este el fin, porque falta mucho por decir y sobre todo por hacer. Hay que luchar por que esa belleza de líquido al que siempre me gusta llamar "la hermana agua" (tal vez porque soy Piscis) sea como debe ser, de todos, porque es parte de la Tierra, la que también debe ser de todos sus habitantes, de todas las razas y colores...

También es preciso luchar por que las diferencias económicas no sean de los tamaños de los que hoy son y de los que por siglos han sido. Es necesario repetir hasta la saciedad: las fábricas pueden funcionar sin los patrones, pero nunca se moverán sin los obreros. Y así, todo lo demás... Luchemos por un mundo y por un país justos, en donde los niños no mueran de sed diciendo: ¡agua, agua!